Tolvanera: Los piojos


Roberto Zamarripa/Reforma

Antes de cada partido, los futbolistas de Panamá entonan en el vestidor Patria, de su coterráneo, el salsero Rubén Blades: «…Es lo que lleva en el alma / todo aquel cuando se aleja / son los mártires que gritan / ¡bandera, bandera, bandera, bandera! / No memorices lecciones / de dictaduras o encierros / la patria es un sentimiento / en la mirada de viejo…».

La noche que perdieron con el seleccionado mexicano debido a errores arbitrales que parecieron intencionales -auténticas puñaladas en callejón- los panameños en protesta amagaron con retirarse del partido, controlaron la ira, y ya derrotados, exhibieron en redes sociales un letrero hecho de toallas que decía «Concacaf ladrones corruptos». No temblaron, arremetieron con creencia y cohesión.

Como otros deportes, en el futbol el engaño es virtud. Una finta para burlar al adversario conmociona a la tribuna. Hay engaños excesivos tolerados o condenados según quien los cometa o los sufra. Simular una lesión para perder tiempo o aparentar una falta para provocar un penalti.

En el futbol gana quien hace, en ese sentido, más trampas. Pero con la complicidad de un tercero, aquello desborda.

«El fútbol no es así. La sinvergüenzura lo convierte en algo corrupto», escribió justamente Rubén Blades en su página de Facebook, quien posteó un video de marzo de 2014 donde un jugador alemán cae en el área accidentalmente y el árbitro marca penalti. Al incorporarse, el jugador le dice al árbitro con honestidad que no era penal. El silbante corrige.

El técnico mexicano Miguel Herrera, quien cada que pierde su equipo se queja de los árbitros, alegó, incongruente, que los penaltis que le regalaron a México no eran su culpa, por lo que debían meter los goles antes que reconocer lo indebido. Lo caido, caido.

«No me parece afortunado que un técnico justifique lo injustificable argumentando resignadamente que, ‘así es el futbol’. Eso no es cierto y, de serlo, habría que cambiarlo. Y qué mejor oportunidad que la de anoche para empezar a hacerlo señor técnico», ponderó Blades quien de plano dijo que el partido México-Panamá olía a corrupción.

El efecto Panamá no apela al olvido. Por el contrario, reafirma, lastima. En la terminal 1 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, los pasajeros provenientes de vuelos de Colombia y ahora de Centro y Sudamérica, incluido Panamá, son enviados para recoger su equipaje a la banda 12.

Colombiano es sinónimo de estafador. Venir del sur es venir del inframundo desde donde quieren infectarnos. Por eso el aislamiento, la lupa. Así los tratamos.

Pero a los mexicanos se nos revirtió el prejuicio. Los memes de la trampa futbolística asocian las figuras. «Él salió del penal por un hoyo», dice un meme con el rostro de El Chapo, y debajo aparece Miguel Herrera con otra leyenda: «él salió del hoyo por un penal».

Los corruptos llegaron ya. En el mundo los mexicanos somos vistos con recelo. Tenemos nuestra banda 12 en cada aeropuerto, en cada justa deportiva, en cada operación económica o política. Arriba las manos, soy mexicano.

En el partido contra Panamá los mexicanos temblaban de miedo. No perderían la patria, qué va, perderían dinero, sus piernas podían lastimarse frente a panameños iracundos; por eso cuando les regalaron el primer penalti huyeron del miedo por el túnel de la chapuza.

Facundo Manes, neurocientífico argentino, estudioso de las emociones como guía de la conducta, reafirma que «el factor común de esta patología es la evaluación exagerada de los peligros del ambiente, el miedo que paraliza». (Usar el cerebro. Federico Manes. Paidós. 2014).

En México quien no transa no avanza. El miedo de los mexicanos deviene del riesgo de quedar atrapados en las garras de los abusivos; o el miedo al dólar desenfrenado, a la economía frágil, a tantos pobres que amenazan la estabilidad.

Miedo convertido, desde el poder, en mecanismo de control. «El miedo no moviliza, encuentra su provecho en el toque de queda». (F. Manes. Op. cit.).

Miedo nacional que congela, postra, resigna. Para no perder, nos apeamos a lo turbio, a lo indebido. Todos somos piojos.

tolvanera06@yahoo.com.mx

 

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