Ruiz Healy Times : Un beneficio de la pandemia: baja el número de delitos


Alfonso Durazo, sus cifras

Eduardo Ruiz Healy

Alfonso Durazo tenía prisa cuando, la semana anterior, entregó su informe mensual sobre la situación que guarda el delito.

Donald Trump

En sólo 14 minutos el Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana habló sobre un tema que a la mayoría de los mexicanos nos preocupa y seguirá preocupando cuando culmine la pandemia.

En general, las cifras que dio a conocer son positivas y muestran un descenso en el número de delitos perpetrados el mes pasado.

Pese a que dijo que sus cifras provienen del informe mensual que se difundió el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), los datos que mencionó en su presentación no son iguales.

Por ejemplo:

El informe del SESNSP indica que en abril se cometieron 2472 homicidios dolosos, pero en la gráfica que mostró Durazo se anotan 2950, lo que significa una diferencia de 478 o ¡19.3%!

Es más, en el informe se anota que el número total de asesinatos en el periodo enero-abril de este año es de 9751, mientras que en la presentación de ayer se anotan 11 535, una diferencia de 1964 o ¡18.3%!

Para quien lo dude, la versión en PDF del informe puede verse en http://tiny.cc/js4fpz, mientras que la presentación del secretario está en http://tiny.cc/vu4fpz.

Durazo no explicó ayer el porqué de la diferencia entre sus números y los del SESNSP; debería hacerlo en aras de la claridad.

Durante su presentación habló someramente de los estados en donde las tasas de homicidio son tremendamente altas y prefirió presumir que son bajas en aquellas entidades en que durante años lo han sido, como son Yucatán, Aguascalientes, Chiapas, Campeche, Querétaro o Tlaxcala, aunque presumió que han descendido en donde antes alcanzaban altos niveles, entre ellos, Baja California Sur y Durango.

Y lo que no dijo es muy importante, porque si durante el primer trimestre las tasas superan 10 por cada 1000 habitantes en 10 estados, no es difícil imaginar en qué nivel se hallarán al terminar el año.

La tasa nacional promedio de 9.0 de por sí es preocupante, pero son alarmantes las tasas que se registran en Colima: 31.97; Guanajuato: 26.43; Baja California: 24.21; Chihuahua: 23.83; Michoacán: 18.36; Zacatecas: 16.26; Morelos: 15.66; Quintana Roo: 15.44; Sonora: 14.90; y Guerrero: 14.33.

Tomando en cuenta únicamente los datos proporcionados por el SESNSP y no los de Durazo, tenemos que el número de homicidios en lo que va del año aumentó solo un 1.5% respecto al mismo cuatrimestre de 2019. Sin embargo, el mes pasado se cometieron 7.0% más que en abril del año pasado y 4.8% más que en enero de este año.

El presidente Andrés Manuel López Obrador

En abril se desplomó 33.9% el número de delitos totales perpetrados en el país; también bajó la cantidad de los diferentes tipos de delitos denunciados. Esta baja solo puede explicarse por el hecho de que millones de mexicanos se quedaron en casa en abril, cuidando sus bienes sin exponerse a ser víctimas de los delincuentes fuera de sus hogares.

“No hay mal que por bien no venga” y, aunque sea difícil aceptarlo, la pandemia ha contribuido a que baje el número de delitos. No obstante lo anterior, ante la crisis económica postpandémica no puede descartarse un posible rebote en las tasas delincuenciales. El gobierno de la 4T tendrá que aplicar una estrategia para aminorar los efectos de este muy probable escenario.

POPULISTAS VS OLIGARCAS, UNA PROPUESTA

PARA RESOLVER EL CONFLICTO

 En la Introducción de su libro más reciente, The New Class War: Saving Democracy from the Managerial Elite (La Nueva Guerra de Clases: Salvando la Democracia de la Elite Gerencial), el profesor en la Escuela de Políticas Públicas Lyndon B. Johnson de la Universidad de Texas en Austin, Michael Lind, da su versión sobre el auge del populismo:

“… el sistema de posguerra ha sido desmantelado en una revolución desde arriba que ha promovido los intereses materiales y los valores intangibles de la minoría de gerentes y profesionales educados en la universidad (…) Lo que ha sustituido al pluralismo democrático puede describirse como neoliberalismo tecnocrático (…) las corporaciones han promovido la desindicalización y la desregulación del mercado laboral en detrimento de los trabajadores. Las empresas también han adoptado el arbitraje laboral mundial y, para debilitar a los sindicatos y escapar de las limitaciones de las regulaciones laborales nacionales, han enviado la producción a los trabajadores pobres en el extranjero o empleado a trabajadores inmigrantes.

“… muchos de los poderes de las legislaturas nacionales democráticas han sido usurpados por organismos ejecutivos, tribunales u organismos transnacionales sobre los que los profesionales universitarios tienen mucha más influencia que la mayoría de la clase trabajadora…

“Un gran número de votantes de la alienada clase trabajadora a veces ha encontrado campeones improbables en populistas demagógicos como Donald Trump, Nigel Farage, Boris Johnson, Marine Le Pen y Matteo Salvini”.

A esta lista de populistas debe añadirse el nombre de Andrés Manuel López Obrador y los de muchos gobernantes europeos, asiáticos y africanos.

Para Lind “es poco probable que compartir la riqueza a través de la redistribución ponga fin a la nueva guerra de clases, si la pequeña y privilegiada clase gerencial no está dispuesta a compartir el poder genuino con la mayoría de la clase trabajadora. Lograr una verdadera paz de clases en las democracias de Occidente requerirá unir y empoderar tanto a los trabajadores nativos como a los inmigrantes y restaurar el genuino poder de decisión a la mayoría no universitaria en los tres ámbitos del poder social: la economía, la política y la cultura”.

El autor resume la situación así: “El populismo demagógico es un síntoma. El neoliberalismo tecnocrático es la enfermedad. El pluralismo democrático es la cura”.

En México, estamos viendo un enfrentamiento cada vez más abierto y rudo entre los oligarcas, que perdieron el poder político el 1 de diciembre de 2018, y los populistas, que ese día lo ganaron. Para Lind, la única manera de terminar con este conflicto es incorporando a las mayorías de la clase trabajadora en la toma de decisiones políticas, económicas y culturales. Siempre y cuando, claro está, que lo acepten los populistas, que usan a los trabajadores para mantenerse en el poder, y los oligarcas a quienes nunca les ha importado la situación de la clase trabajadora.

Se puede o no estar de acuerdo con las ideas y conclusiones de Lind, pero su libro ha captado el interés del número necesario de lectores para hacer que The New Class War: Saving Democracy from the Managerial Elite sea un bestseller.

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