Ruiz Healy Times: Los primeros 100 días no indican nada


El presidente Andrés Manuel López Obrador
  • Mínimo seis meses para tener elementos de predicción.
  • Yeidckol Polevnsky, más parecida a Trump que a AMLO.

Eduardo Ruiz Healy

Hubo mucho análisis sobre los primeros 100 días del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.

La verdad es que no creo que lo que se haga o no durante los primeros 100 días de un gobierno sirva para predecir cómo serán los restantes.

En el caso del actual presidente de México, su administración será de 2 131 días, del 1 de julio de 2018 al 30 de septiembre de 2024, lo que significa que a partir de hoy le quedan 2 030 días para concluir el periodo para el cual fue electo, ni un día más ni un día menos.

Yeidckol Polevnsky

La idea que ahora prevalece sobre los 100 días surgió en Estados Unidos después de que Franklin D. Roosevelt, asumiera la presidencia de ese país en marzo de 1933.

Él mismo acuñó la frase “los primeros 100 días” durante un discurso que pronunció el 24 de julio de ese mismo año al referirse a las medidas que tomó tan pronto se sentó en la Oficina Oval de la Casa Blanca para resolver la crisis financiera y económica que desde 1929 mantenía postrado a su país. En esa transmisión se refirió a los programas prioritarios de su gobierno y a 15 leyes importantes que logró que fueran aprobadas por el Congreso.

Desde entonces, primero en Estados Unidos y luego en otros países, México incluido, se analiza y califica el desempeño de los presidentes durante sus primeros 100 días de gestión bajo el supuesto de que lo que haga o no haga el gobernante a lo largo de este corto periodo permite predecir qué tan exitosa será su gestión.

Pese a que los hechos se han encargado de demostrar que los primeros 100 días de un gobierno son insuficientes para poder pronosticar lo que sucederá en el futuro, quienes viven del análisis y del comentario se empeñan en darle una exagerada importancia a dicho periodo gubernamental.

Sabandijas

La historia reciente de México muestra la inutilidad del análisis de los primeros 100 días.

Recordemos lo que ocurrió el 20 diciembre de 1994 cuando el gobierno del entonces flamante presidente Ernesto Zedillo anunció una devaluación del peso mexicano de entre el 13% y 15%. Dos días después, el Banco de México permitió la libre flotación de nuestra moneda y se devaluó un 15% más. Lo que ocurrió después llevó a México a una terrible crisis y a un absurdo rescate bancario que aún hoy seguimos pagando. Pese a que arruinó al país durante sus primeros 100 días en el cargo, hay quienes lo califican como un buen gobernante.

¿Y qué ocurrió durante los primeros 100 días de la administración de Enrique Peña Nieto? Apenas un día después de asumir el poder logró que los principales partidos políticos firmaran el Pacto por México que permitió que se hicieran las reformas estructurales que después no fueron bien implementadas y que hoy están siendo desmanteladas por AMLO.

Durante sus primeros 100 días, alcanzó alto índices de popularidad, pero al final de su sexenio era un hombre impopular y rechazado por la mayoría de los mexicanos.

Donald Trump

Conclusión: el éxito o fracaso que tendrá un gobernante no se mide por lo que suceda en sus primeros 100 días en el cargo. Deben pasar, por lo menos, seis meses para que sea posible tener algunos elementos de predicción.

 POLEVNSKY, SE PARECE MÁS A TRUMP QUE A AMLO

“Tenemos que cuidar al partido porque son muchas las sabandijas que se han infiltrado, son muchos los que le están echando el ojo al partido de una manera mezquina y perversa…”.

¿Sabandijas? ¿Mezquinos? ¿Perversos? ¿Es así como debe referirse el presidente nacional de un partido para señalar a los que no comparten sus opiniones, instrucciones, deseos o caprichos?

No lo creo, pero eso no parece importarle a la presidenta nacional de MORENA, Yeidckol Polevnsky (Citlali Ibáñez), quien así describió hace unos días, sin nombrarlos, a los senadores Ricardo Monreal y Adrián Armenta. El primero es el líder de su bancada en el Senado y el segundo pidió licencia hace unas semanas para buscar la candidatura de su partido a la gubernatura de Puebla.

Tratemos de entender lo que dijo la presidenta morenista:

Sabandija significa, de acuerdo con el siempre indispensable Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia: 1. Reptil pequeño o insecto, especialmente de los perjudiciales y molestos; 2. persona despreciable; 3. persona inquieta y molesta.

Porfirio Díaz Mori

Mezquino significa: 1. Tacaño; 2. falto de generosidad y nobleza de espíritu; 3. pequeño, diminuto; 4. pobre, necesitado, falto de lo necesario; 5. desdichado, desgraciado, infeliz.

Perverso sirve para describir a algo “sumamente malo, que causa daño intencionadamente” o “que corrompe las costumbres o el orden y estado habitual de las cosas”.

Para Ibáñez sus rivales políticos están a la altura de una rata, una víbora de cascabel, un alacrán, una araña viuda negra o, tal vez, como lo describe el Diccionario, un insecto anopluro, de dos milímetros de largo, casi redondo, aplastado, y de color amarillento, que vive como parásito en las partes vellosas del cuerpo humano, conocido como ladilla.

O tal vez son una mezcla de todos ellos. Sólo ella lo sabe.

Queda claro lo que quiere decir al calificar a los senadores como mezquinos y perversos.

¿Debería escandalizarnos el lenguaje que maneja la máxima dirigente de MORENA? No, porque vivimos en una era en donde el populismo se está apoderando del poder político en cada vez más países y los populistas se caracterizan por agredir verbal y hasta físicamente a sus detractores.

Yeidckol Citlali se va con todo contra sus rivales y su conducta se parece más a la que exhibe el presidente estadounidense Donald Trump que a la del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Franklin D. Roosevelt

Que yo recuerde, para referirse a sus adversarios AMLO nunca ha utilizado lenguaje tan vulgar como su protegida política. Quienes no pensamos como él somos fifís, pirruris, neoliberales, conservadores, militantes de la mafia del poder. Una vez le dijo chachalaca al entonces presidente Vicente Fox, pero ese término se refiere a “Un ave voladora galliforme, vocinglera, de plumaje café verdoso y vientre blanco, cuyo macho tiene cresta y barbas” o a una “Persona que habla en demasía”.

¿Si la presidenta de MORENA se expresa así de sus propios compañeros de partido, cómo se expresará de quienes no lo son?

Como Donald Trump, Polevnsky Ibáñez descalifica e insulta a quienes no están de acuerdo con ella. De paso, le falta el respeto al Senado de la República que Monreal representa. No sé si el presidente esté de acuerdo con ella.

El tiempo nos lo dirá…

 

NOSOTROS Y ELLOS

AMLO. Andrés Manuel López Obrador. El presidente López Obrador. El Peje. Estas son las palabras que más escucho en la mayoría de las reuniones a las que asisto, sean éstas de índole familiar, social, académica o profesional. También abundan los términos chairo, AMLOver, Pejelover, fifí, conservador y neoliberal.

Desde que empezó a vislumbrarse que ganaría la elección presidencial del 1 de julio pasado, el candidato de lo que fue la coalición Juntos Haremos Historia empezó a ser el asunto dominante en las discusiones públicas y privadas de millones de mexicanos.

Ernesto Zedillo Ponce de León

Desde el día de su elección hasta hoy, han transcurrido 254 días y en cada uno de ellos el tema del día ha sido Andrés Manuel López Obrador. La intensidad de lo que se conversa o discute en torno al presidente de la República aumentó desde que ofreció la primera de sus conferencias de prensa mañaneras y diarias, el lunes 3 de diciembre.

Y pese a que han pasado 254 días desde su elección y 101 días desde que asumió su cargo, nada indica que en un futuro próximo la gran mayoría de los mexicanos vayamos a dejar de hablar del tabasqueño, del primer sureño en ocupar la titularidad del poder ejecutivo federal, desde que el oaxaqueño Porfirio Díaz renunció a la presidencia, el 25 de mayo de 1911.

Nada indica tampoco que en un futuro previsible cesen los enfrentamientos verbales y vía redes sociales entre quienes ven a Andrés Manuel como la encarnación del bien y quienes aseguran que es la encarnación del mal. En estas verdaderas batallas campales que se libran en el interior de oficinas, aulas, cafés, restaurantes, medios de comunicación, Twitter, Facebook, las sedes del Congreso de la Unión y las de los congresos locales y casi en cualquier lugar en donde hayan dos o más personas, es difícil encontrar mujeres u hombres que asuman una posición lo menos subjetiva posible, que realmente traten de analizar con la cabeza fría, libre de emociones, al presidente, sus decisiones, acciones y la realidad del país.

Enrique Peña Nieto y el pacto…

Hoy es fácil posicionarse de un lado u otro de la discusión. O se es chairo o se es fifí, o se es AMLOver o se es AMLOhater. Lo que resulta difícil es tratar de no pertenecer a alguno de ambos bandos. Tanto, que a quienes intentamos lograr y mantener cierto grado de objetividad, nos acusan de ser chairos cuando opinamos positivamente en torno a alguna decisión o acción del nuevo gobierno y nos califican de ser fifís cuando criticamos cualquier cosa que haga este gobierno. O sea, somos malditos si decimos algo a favor y malditos si no lo hacemos.

La discusión en torno a la figura presidencial y su gobierno ha dividido aún más a los eternamente divididos y enfrentados mexicanos. Y, peor aún, el mismo AMLO ha contribuido a ahondar esa división al calificar a sus detractores como conservadores, fifís y neoliberales, mientras que según él, solo sus seguidores pertenecen al “pueblo bueno y sabio”.

Yo me niego a caer en el juego perverso que divide a todos los habitantes de un país entre Nosotros y Ellos, en donde Nosotros descalificamos automáticamente a Ellos por el sólo hecho de no pensar igual. Antes que nada, todos somos mexicanos que buscamos el mejoramiento del país. Recordémoslo.

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