Ruiz Healy Times: Crear felicidad debe ser objetivo de un gobierno


¿Mexicanos felices?
  • Filósofos, gobernantes y artistas opinan sobre el tema.
  • México, vigésimo tercer país más feliz del mundo: ONU.
  • En Latinoamérica sólo es superado por Costa Rica, sitio 12.
  • María Morelos incluyó el concepto en Constitución de 1857.
  • Crecimiento no es desarrollo afirma presidente López Obrador.

Eduardo Ruiz Healy

“La verdadera felicidad está en lo que es eterno, dentro de nosotros”. – Libro de los Muertos, Papiro de Ani, Egipto (1250 AEC).

“Verás: el secreto de la felicidad no se encuentra en buscar más, sino en desarrollar la capacidad de disfrutar menos”. – Sócrates (470-399 AEC), filósofo griego.

“La felicidad depende de nosotros mismos”. – Aristóteles (384–322 AEC), filósofo griego.

“… los hombres son creados iguales (…)  son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables (…) entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. – Thomas Jefferson (1743-1826), presidente de Estados Unidos y redactor del Acta de Independencia de ese país.

Abraham Lincoln

“Las personas son tan felices según deciden serlo”. –Abraham Lincoln (1809-1865), presidente estadounidense.

“La educación es fundamental para la felicidad social”. –Benito Juárez (1806-1872), presidente mexicano.

“La primera obligación de todo ser humano es ser feliz, la segunda es hacer feliz a los demás”. – Mario Moreno “Cantinflas” (1911-1993), actor y comediante mexicano.

Los seres humanos buscamos la felicidad y eso explica que sobre el tema tanto se haya escrito y hablado desde los albores de la civilización.

A nivel ya de medición en lo que a felicidad se refiere, México es el vigésimo tercer país más feliz del mundo, según el Índice Mundial de Felicidad 2018 elaborado por Naciones Unidas. En Latinoamérica sólo le gana Costa Rica, que ocupa el lugar 12 de la lista que incluye a 156 países.

La felicidad individual de los ciudadanos mexicanos se menciona en los artículos 24 y 208 de la Constitución de Apatzingán promovida en 1814 por José María Morelos. El primero señala que “La felicidad del pueblo y de cada uno de los ciudadanos consiste en el goce de la igualdad, seguridad, propiedad y libertad”; el segundo establece que “En los pueblos, villas y ciudades continuarán respectivamente los gobernadores y repúblicas, los ayuntamientos y demás empleos, mientras no se adopte otro sistema, a reserva de las variaciones que oportunamente introduzca el Congreso, consultando al mayor bien y felicidad de los ciudadanos”. Otros tres artículos se refieren a la felicidad colectiva del pueblo.

Después de la de Apatzingán, no aluden a la felicidad individual de cada mexicano el Acta de Independencia del Imperio Mexicano de 1821 ni la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1824 ni la Leyes Constitucionales de 1836 ni la Constitución Política de la República Mexicana de 1857 ni la vigente Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, con todo y sus centenas de reformas.

Papiro de Ani

La felicidad individual de los mexicanos aparentemente no ha sido motivo de preocupación entre quienes han gobernado este país desde 1821, que olvidaron lo que escribió Morelos en la Constitución de 1814.

Tal vez ya es hora que la felicidad de cada uno de los que conforman el pueblo mexicano sea el objeto de nuestros gobiernos.

Otros gobiernos lo han hecho. El código legal del Reino de Bután, escrito en 1729, señala que “si el gobierno no puede crear felicidad para su pueblo, no existe ningún propósito para que exista el gobierno”.

¿CONOCEREMOS LA VERDAD DE LO OCURRIDO EN IGUALA?

El 23 de septiembre de 2014 me encontraba en la ciudad de Nueva York para asistir a la entrega del Premio Hult de ese año.

Ese día también estaba en Nueva York Enrique Peña Nieto, quien al día siguiente pronunciaría un discurso ante la 69ª Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas.

Recuerdo que en el evento del Hult Prize varias personas me dijeron que tenían una muy buena impresión del presidente mexicano que estaba promoviendo los cambios que el país necesitaba.

Desafortunadamente para Peña Nieto, la buena imagen que gozaba en el exterior no era la misma que disfrutaba en el país que gobernaba, en vista de que diversas encuestas mostraban que, en septiembre de 2014, entre el 44% y 51% de los mexicanos aprobaban su gestión, después de que en sus primeros meses de gobierno este porcentaje alcanzó el 62%.

Mario Moreno Cantinflas

La estrepitosa caída de los precios del petróleo que empezó en junio de 2014 descarriló muchos de los planes del gobierno federal, lo cual también contribuyó a que perdiera popularidad un presidente que por su estilo acartonado y frío nunca pudo conectar emocionalmente con la mayoría de los mexicanos.

Dos días después de su discurso ante la ONU, en la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre, en Iguala (Guerrero) ocurrió un evento que mostraría la ineptitud de Peña Nieto y de varios integrantes de su gabinete.

Esa noche, en una serie de violentos eventos que han sido ampliamente comentados y analizados, murieron seis personas y 42 resultaron heridas. Además fueron secuestrados y desaparecidos 43 jóvenes estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa.

Pese a la gravedad del caso, Peña Nieto dijo que el gobierno de Guerrero, a cargo del perredista Ángel Aguirre, debía asumir su responsabilidad en el caso, lo cual no cayó nada bien ante la opinión pública.

Conforme pasaron los días se escucharon más y más voces que exigían que la Procuraduría General de la República se encargara de la investigación y, por fin, el 4 de octubre, una semana después de lo ocurrido en Iguala, la PGR atrajo el “Caso Iguala”.

Esa semana que transcurrió fue suficiente para hundir aún más a Peña Nieto en las encuestas de popularidad.

José María Morelos y Pavón

Hasta hoy, han transcurrido 4 años y 10 meses desde que en Iguala mataron a seis, hirieran a 42 y desparecieran a 43, y hasta ahora nadie, exceptuando a los autores intelectuales y materiales de estos crímenes, sabe a ciencia cierta qué ocurrió la noche del 26 de septiembre de 2014.

El 28 de noviembre de 2018, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) emitió su Recomendación 15vg/2018 “Sobre la investigación de violaciones graves a los derechos humanos con motivo de los hechos ocurridos los días 26 y 27 de septiembre de 2014, en Iguala, Guerrero”. El documento tiene una extensión de 2178 páginas.

El martes pasado, la misma CNDH presentó seis denuncias penales contra 235 funcionarios y 112 denuncias administrativas contra 140 funcionarios, en ambos casos federales y estatales, derivadas de la Recomendación 15vg/2018.

Con base en estas denuncias recientes, ¿llegaremos a conocer algún día lo que ocurrió hace 58 meses en Iguala? Los mexicanos merecemos conocer la verdad, sobre todo los padres y familiares de las víctimas.

CRECIMIENTO NO ES DESARROLLO

Durante su conferencia de prensa cotidiana, el presidente Andrés Manuel López Obrador se refirió al Producto Interno Bruto (PIB) y dijo: “De una vez les adelanto y los convoco a los del Fondo Monetario Internacional, a los expertos, a los tecnócratas, a los nostálgicos del neoliberalismo, a que veamos si es lo mismo crecimiento que desarrollo, porque nosotros ya no vamos a utilizar sólo como parámetro el crecimiento, porque crecimiento es que se genere riqueza, pero puede ser que ese crecimiento signifique sólo acumulación de riqueza en unos cuantos”.

Enrique Peña Nieto en la ONU

Andrés Manuel sostiene que el bienestar de los mexicanos no debe medirse por el PIB, sino de otras maneras y es claro al explicar que crecimiento y desarrollo no significan lo mismo, porque crecimiento es el aumento del PIB de una economía en un período determinado y desarrollo es la capacidad que tiene una economía para satisfacer, por lo menos, las necesidades básicas de su población.

Los gobernantes de México insistieron durante las décadas que el PIB per cápita era un buen indicador del nivel de desarrollo de nuestro país. Durante ese periodo me opuse a esta posición.

Por ejemplo, el 4 de enero de 2011 escribí lo siguiente:

“El mismo [Simon] Kuznets [inventor del indicador del PIB y ganador del Premio Nobel de Economía 1971] dijo que ‘es muy difícil deducir el bienestar de una nación a partir de su PIB per cápita’ porque ‘hay que tener en cuenta las diferencias entre cantidad y calidad del crecimiento’. Pese a que el inventor del PIB advirtió que la prosperidad no debía equipararse con el crecimiento del PIB per cápita, los economistas y políticos han seguido utilizando esta medición para tratar de convencernos de que las cosas van bien cuando evidentemente van mal”.

Ahora bien, si el gobierno de la 4T no va a utilizar el PIB per cápita como único indicador del desarrollo, ¿qué usará?

Podría ser el Índice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que sintetiza en un solo número el progreso humano, al combinar información sobre la salud, la educación y los ingresos de las personas. De acuerdo con el IDH, México ocupa el lugar 74 de entre 189 países.

Podría desarrollar una versión mexicana del Índice Nacional de Felicidad Bruta (INFB) que desde hace años utiliza Bután y que es un índice de un solo número, desarrollado a partir de los 33 indicadores categorizados bajo nueve rubros: 1. Bienestar psicológico; 2. Educación para la salud; 3. Uso del tiempo; 4. Diversidad y resiliencia cultural; 5. Buen gobierno; 6. Vitalidad de la comunidad; 8.  Diversidad y resiliencia ecológicas; 9. Estándares de vida.

¿O Tal vez adaptar la versión neozelandesa del INFB butanés? ¿O la metodología que utiliza Naciones Unidas para elaborar su Índice Mundial de la Felicidad (IMF) y que incluye, entre otras variables, el PIB per cápita real, el apoyo social, la esperanza de vida saludable, la libertad para tomar decisiones de vida, la generosidad y las percepciones de corrupción? En el IMF 2018 nuestro país ocupa el lugar 24 de entre 156.

Espero que el gobierno adopte pronto un método que permita medir mejor el desarrollo del país y el bienestar de sus habitantes. Es urgente hacerlo.

Los 43 desparecidos de Ayotzinapa

UN DISPARATE DE ÁLVAREZ BUYLLA

El 16 de julio de 1969 partió hacia la Luna la misión espacial estadounidense Apolo 11. Cuatro días después, el módulo lunar Eagle se desprendió de la nave Columbia y aterrizó al sur del Mar de la Tranquilidad. Seis horas después, a las 2:56 (UTC) del 21 de julio, Neil Armstrong se convirtió en el primer ser humano en pisar la superficie lunar. Minutos después, Buzz Aldrin sería el segundo.

Para que, como dijo Armstrong, se diera “un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad”, la NASA (Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio, por sus siglas en inglés) creó tecnologías que, al adaptarse a usos civiles, transformaron nuestra manera de vivir.

Estos son algunos de los productos que surgieron gracias al Apolo 11:

  1. El microchip.
  2. Herramientas inalámbricas.
  3. Escáner CAT para detección de cáncer.
  4. Termómetro de oído.
  5. Alimentos liofilizados.
  6. Aislantes.
  7. Frenos correctores o brackets invisibles.
  8. Joystick.
  9. Espuma de memoria.
  10. Televisión satelital.
  11. Lentes resistentes a rayaduras.
  12. Plantillas de calzado deportivo.
  13. Detector de humo.
  14. Traje de baño Speedo.
  15. Filtro de agua.
  16. Miniaturización.
  17. Cohetes capaces de colocar en órbita a satélites geosíncronos.
  18. Paneles solares.
  19. Fibra resistente al fuego.
  20. Materiales súper ligeros compuestos de aluminio.
  21. Sensores de movimiento.
  22. Sismógrafos.
  23. Monitores cardiacos.
  24. Desfibriladores miniaturizados implantables.
  25. Relojes de cuarzo.
  26. Aspiradora inalámbrica.
  27. Procesamiento digital de imágenes.
  28. GPS.
  29. Purificadores de aire.
  30. Eliminadores de aromas.
  31. Pinturas y espumas ininflamables.
  32. Fibras sintéticas.
  33. Trajes enfriados por líquido utilizados por pilotos de carreras y bomberos.
  34. Textiles de polímeros.
  35. Cascos de seguridad para ciclistas.
  36. Baterías de litio.
  37. Tecnología láser para el escaneo de fotografías y en los sistemas de captura de huellas dactilares.
  38. Sistemas de seguridad con rayos X.
  39. Fibra de vidrio cubierta de teflón.
  40. Manta isotérmica.
  41. Red mundial de transmisión de datos.
  42. Amortiguadores de edificios para absorber ondas sísmicas.
  43. Telemetría médica.
  44. Balsas autoinflables.
  45. Pilotaje por cable o por mandos electrónicos (en inglés: Fly-by-wire o FBW).
  46. Máquina para la diálisis renal.
  47. Cámara fotográfica para celulares.
  48. Cámaras GoPro.
  49. Detector de gases peligrosos.
  50. Mejoras en lubricantes.

Desde su fundación en 1958, la NASA ha generado más de 6 300 tecnologías que hoy se usan cotidianamente.

Por todo lo anterior es sorprendente que el 5 de mayo de 2015, en una conferencia que dio en San Cristóbal de las Casas la bióloga María Elena Álvarez-Buylla, al participar en el Seminario “El pensamiento crítico frente a la hidra capitalista”, organizado por el EZLN, afirmara que “La ‘ciencia occidental’ ha producido los avances más deslumbrantes y, a la vez, más inútiles, como la llegada a la luna”.

Más sorprendente aún es que quien dijera tal disparate sea hoy la directora general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), el organismo público cuyo objeto es “articular las políticas públicas del gobierno federal y promover el desarrollo de la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la innovación”.

 

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