Ruiz Healy Times: Adiós a la opulencia más que monárquica


Opulencia monáquica
  • Impresiona actitud del presidente electo Andrés Manuel López Obrador.
  • Atrás quedaron grupos de guaruras y ayudantes del Presidente de México.
  • Se insiste en que debe contar con un buen grupo de seguridad personal.
  • Enormes diferencias entre el AMLO de campaña y el presidente electo.

Eduardo Ruiz Healy

Una amiga mía que no votó por Andrés Manuel López Obrador y que jamás quiso verlo como Presidente de la República, me confesó que la impresionó ver las imágenes en donde él aparece aprestándose a abordar el avión comercial que lo llevó ayer a Ciudad Juárez para presidir el primero de los foros de consulta que se realizarán en el país para buscar soluciones para reducir los niveles de violencia y delitos.

Mi amiga me confesó que le agradó ver a Andrés Manuel caminando en el Aeropuerto de la Ciudad de México sin guaruras, jalando él mismo su maleta, pasando por los filtros de acceso, viajando de pie en uno de los autobuses que llevan a los  pasajeros de la terminal a los aviones y ocupando un asiento en clase turista; como cualquier viajero común y corriente, y no como muchos funcionarios y políticos que van de un lugar a otro acompañados de guaruras, aunque no los necesiten, y rodeados de una nube de ayudantes que están hasta para satisfacer sus más mínimos y estúpidos caprichos.

Comparto los sentimientos de mi amiga.

Me agrada e impresiona ver actuar así a AMLO, aunque insisto en que debe ser protegido físicamente de cualquier loco, fanático o enemigo político que busque dañarlo, y que debe viajar en vehículos blindados y aviones no comerciales que previamente hayan sido rigorosamente inspeccionados para que no sufran un desperfecto en el aire o sean objeto de algún sabotaje.

Como el Jefe del Estado y Gobierno electo que es, el tabasqueño ya no puede ni debe darse el lujo de actuar como cualquier mexicano, porque, le guste o no, dejó de serlo desde que el 53% de los votantes decidió que fuera nuestro próximo presidente y que, como tal, su interés supremo debe ser servirles a la Nación y al pueblo.

Por ello,  para servirnos, debe dejarse cuidar por quienes saben hacerlo, sean expertos que protejan su integridad física o médicos que cuiden de su salud.

La conducta de López Obrador, dista de parecerse a la de muchos secretarios de Estado, gobernadores, funcionarios federales y estatales y varios legisladores federales y locales que se hacen rodear de guarros, viajan en camionetas blindadas y vuelan en aviones y helicópteros privados y oficiales dizque para mejor aprovechar su tiempo.

Ojala que su ejemplo marque el fin de la opulencia que desde hace décadas ha rodeado a los funcionarios y políticos mexicanos, lo cual supera a la de la mayoría de los monarcas que actualmente reinan en diversos países.

Los excesos de la clase dorada que nos gobierna son insultantes.

Aparentemente, las cosas empiezan a cambiar. Varios gobernadores han ordenado vender los aviones de su flota estatal y ahora viajan en aerolíneas comerciales.

Parece que AMLO acabará con la opulencia más que monárquica de nuestros mal llamados servidores públicos.

Eso ya es transformar a México.

En la sala de espera como un pasajero más

¿CUÁL ANDRÉS ASUMIRÁ LA PRESIDENCIA?

Fue breve el discurso que el miércoles pronunció Andrés Manuel López Obrador al recibir la constancia que lo acredita como presidente electo para el período del 1 de diciembre 2018 al 30 de septiembre de 2024.

Con solo 912 palabras expresó ideas con las que difícilmente puede estar uno en desacuerdo. Entre ellas: “la mayoría de los ciudadanos mexicanos están hartos de la prepotencia, el influyentismo, la deshonestidad y la ineficiencia, y desean con toda el alma poner fin a la corrupción y a la impunidad… Millones de compatriotas aspiran vivir en una sociedad mejor, sin la monstruosa desigualdad económica y social que padecemos… otro de los mandatos de la mayoría es el evitar la violencia, atendiendo para ello las causas que la originan y reformular la política de seguridad… el pueblo quiere legalidad, no la simulación que en la aplicación de la ley… Los mexicanos quieren castigo por igual para políticos corruptos y para delincuentes comunes o de cuello blanco… ninguna autoridad encargada de impartir justicia será objeto de presiones ni de peticiones ilegítimas… El Ejecutivo no será más el poder de los poderes ni buscará someter a los otros…”. (El discurso puede leerse en https://lopezobrador.org.mx/2018/08/08/palabras-amlo-al-recibir-su-constancia-como-presidente-electo).

Lo que AMLO dijo después de recibir su constancia de Presidente Electo y lo que ha expresado desde el 1 de julio ha motivado y esperanzado a millones, no sólo a los que votaron por él sino a muchos de los que no lo hicieron. Porque, la verdad sea dicha, el personaje que hemos visto desde el día de la elección presidencial definitivamente no es el mismo que vimos a lo largo de 30 años. Pareciera que el haber ganado lo ha transformado.

El iracundo demagogo populista que mandó al diablo a las instituciones e insultó a dos de sus antecesores (“cállate chachalaca” le dijo a Fox; de presidente espurio calificó a Calderón) hoy es un hombre sereno que se expresa como un estadista, invita al diálogo a todos los mexicanos y a la búsqueda en conjunto de soluciones.

Muchos me preguntan cuál es mi opinión sobre él.

Les digo que me agrada mucho de lo que a dicho y hecho desde que ganó la elección, pero que sigo convencido de que algunas de sus propuestas son inviables, costosas, imprácticas o demagógicas; que ignoro cómo será como gobernante, porque no sé si será el individuo que fue antes o el que es hoy.

Michelle Obama dijo una vez lo siguiente: “Un candidato no cambiará repentinamente una vez que asuma el cargo. De hecho, es todo lo contrario, porque en el momento en que el individuo hace su juramento está bajo la luz más ardiente y dura que existe. Y no hay forma de ocultar quién es realmente”.

Si AMLO no cambiará repentinamente cuando asuma el cargo, ¿cuál es el que será presidente? ¿El de antes del 1 de julio o el de después de esta fecha? Espero que sea el segundo.

Andrés Manuel López Obrador, ya presidente electo viajando en vuelo comercial

POR LA RECONCILIACIÓN Y PACIFICACIÓN NACIONAL

El 26 de julio pasado, a través de una carta dirigida a quienes llama sus “hermanos y hermanas mexicanos”, Andrés Manuel López Obrador convocó a que todos los que quieran hacerlo participen en los foros de consulta para lograr “la pacificación y reconciliación del país”.

La carta anota, entre otras cosas, las siguientes:

“México vive una crisis de seguridad no vista desde los tiempos postrevolucionarios. Los índices de violencia posicionan al país en niveles históricos y nos ubican entre los países más inseguros del mundo… honraré mi promesa de campaña de realizar consultas a las víctimas, a la ciudadanía, a la sociedad civil, a líderes religiosos y a expertos para explorar todas las alternativas viables para lograr la pacificación y reconciliación del país… me permito extenderles una atenta invitación para escuchar sus propuestas, sugerencias e iniciativas para el próximo gobierno… con plena consciencia del sufrimiento de las víctimas del conflicto social en nuestro país, contar con su participación será de suma relevancia ya que ustedes serán el eje rector de las nuevas políticas públicas…”.

Tiene razón el presidente electo al firmar que nuestro país vive una crisis de seguridad. Es más, creo que se queda corto al definir la situación que impera en casi todo México, porque más que una crisis de violencia estamos en una cuasi guerra civil en la cual miles de mexicanos se están matando entre sí.

Hasta la fecha, se estima que han muerto unas 250,000 personas como resultado de la guerra contra el narcotráfico que irresponsable y estúpidamente inició en diciembre de 2016 Felipe Calderón, quien al anunciarla dijo “que restablecer la seguridad no será fácil ni rápido, que tomará tiempo, costará mucho dinero e incluso, por desgracia, vidas humanas… ésta es una batalla en la que yo estaré al frente, es una batalla que tenemos que librar y que unidos los mexicanos vamos a ganar a la delincuencia”.

Violencia generalizada en el paÌs

Efectivamente, la decisión absurda y caprichosa de Calderón y la ineficiencia absoluta del gobierno de Enrique Peña Nieto han costado aproximadamente un cuarto de millón de vidas, más de dos billones de peso en gastos gubernamentales, incalculables pérdidas para la economía nacional y las de los estados más afectados.

Para tratar de encontrar una solución, AMLO aparentemente desea escuchar lo que los mexicanos tenemos que decir al respecto, seamos o no autoridades en la materia. Para eso las consultas que ha organizado, empezando con la que hoy se realiza en Ciudad Juárez, en donde sólo en el primer semestre del año se cometieron 545 homicidios.  Con base en lo que se diga en estas consultas y opinen los expertos en la materia se diseñara el Pacto para la Reconciliación Nacional (PRN).

Como lo he expresado aquí varias veces, abatir las tasas delincuenciales, especialmente de los crímenes más violentos, debe ser la prioridad del gobierno entrante. Si en esto fracasa, de nada le servirán sus demás éxitos.

Ni una más…

CUÁNDO LO BUENA VOLUNTAD SE TRANSFORMARÁ EN ENOJO

El 53% de los mexicanos votó por Andrés Manuel López Obrador, pero es mayor el porcentaje de personas que confían en que resolverá varios de los problemas que nos afligen, de acuerdo a una encuesta realizada entre el 19 y el 22 de julio, por el diario defeño Reforma con el copatrocinio de COPARMEX.

Sobre qué mejorará durante la presidencia de AMLO, los encuestados contestaron lo siguiente (entre paréntesis se anota el porcentaje de los que así respondieron): la economía del país (62%), la calidad de la educación (61%), la calidad de los servicios de salud (60%), la calidad de vida (57%), la seguridad propia y de la familia (54%), la economía propia y de la familia (53%) y la procuración de justicia (52%).

Más de la mitad de los encuestados dijo que disminuirán la corrupción del gobierno (55%), la pobreza (53%) y la violencia (51%).

Es grande la expectativa de que las cosas mejoren después de la docena trágica que el país ha padecido durante el periodo 2006-2018. El 62% de los encuestados dijo tener esperanza en torno al gobierno de AMLO y 68% expresó sentirse optimista sobre el futuro de México.

Tienen una muy buena/buena opinión sobre el presidente electo el 62% de los encuestados, lo que significa que en menos de un mes éste incrementó su aceptación en nueve puntos porcentuales sobre el 53% de los que por él votaron. Sus discursos del 1 de julio y los anuncios que hizo durante los 17 días que siguieron a su elección seguramente atrajeron hacia su causa a muchos que votaron por otros candidatos presidenciales. Fueron muy bien recibidas sus 12 propuestas legislativas, sus 50 lineamientos generales para el combate a la corrupción y la aplicación de una política de austeridad, y casi todas las designaciones que ha hecho de futuros funcionarios de su gobierno.

Las expectativas que AMLO ha generado en poco más de seis de cada 10 personas son muy altas, lo cual obligará a que su administración empiece a demostrar, en un plazo muy corto, que puede resolver aquellos asuntos que más preocupan a la población: violencia, corrupción, pobreza, inseguridad, bajo crecimiento económico, desigualdad, educación mediocre, pésimos servicios de salud, entre otros.

Es difícil determinar cuánto tiempo durará al enamoramiento que hoy tienen la mayoría de los mexicanos con el presidente electo. No es aventurado afirmar que el sentimiento persistirá mientras estos mexicanos crean que las decisiones y acciones de la próxima administración están resolviendo, aunque sea mínimamente, los problemas causados por los asuntos anotados en el párrafo anterior.

La luna de miel entre el presidente López Obrador y sus gobernados podría terminar si después de cierto tiempo, digamos seis meses, las tasas delincuenciales no se revierten. Si las tasas de homicidios, secuestros, extorsiones, robos y otros delitos no descienden sensiblemente, la buena voluntad se transformará en enojo y el optimismo en decepción.

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