Ari Salgueiro
Las complejas relaciones de México con Estados Unidos, pasan actualmente, por uno de sus momentos más complicados.
Para nadie es un secreto que los estadunidenses siempre han considerado a nuestro país como su patio trasero y que, sobre todo en los últimos tiempos se ha exacerbado el sentimiento xenófobo y racista que siempre ha flotado entre la población de ese país, sobre todo la de origen anglosajón.
Porque el racismo que los blancos aplican a la población negra es distinto, pues saben que, como sea, tienen que convivir porque negros y blancos son estadunidenses y no tienen a donde más ir.
Con los latinos, como ellos nos llaman, la cosa es otra, pues a nosotros si tienen a donde corrernos y por eso han incrementado sus agresiones hacia los ciudadanos latinoamericanos que, por alguna razón, tienen la necesidad de buscarse la vida en territorio de Estados Unidos.
Los ataques contra todo lo que huela a México no sólo se dan en el ámbito político, en donde más se resienten es en la vida cotidiana.
Está un caso muy sonado en Sacramento, California en donde la población se lanzó contra un kínder, por haber cometido el “crimen” de crear un innovador programa para el aprendizaje del Español.
Lo verdaderamente irónico es que en esa guardería también se ofrecen clases de francés y hasta ahora nadie se ha quejado. El problema ha llegado a tal grado que los vecinos del kínder han iniciado una campaña para culpar a los inmigrantes ilegales de todos sus males, hasta del alto costo de los alimentos.
Todo esto tiene un porqué y se debe en gran parte al bombardeo, por parte de estaciones de radio y sitios web de extrema derecha que transmiten complicadas retahílas bañadas con una retorica de odio contra los latinos.
Esta deplorable actitud no es más que el reflejo de la displicencia con la que el gobierno de Washington ha asumido el importante compromiso de lograr una política migratoria coherente y acorde con los tiempos.
Esta actitud pusilánime del gobierno de Barack Obama, ha permitido el envalentonamiento de los republicanos en el Congreso que se le enfrentan abiertamente para impedir que la Reforma Migratoria pase.
Este odio y desprecio hacia todo lo que suene o parezca mexicano se ha dispersado, como un virus en todos los ámbitos de la vida en esa nación.
Para no ir más lejos, el otrora liberal y abierto mundo del espectáculo, también tiene ya numerosos rasgos de racismo, el último de ellos protagonizado por un tipo, que a primera vista parece bastante simpático y que además se ha convertido en el héroe de niños de todo el mundo, incluidos los mexicanos.
Se trata, ni más ni menos de Robert Downey Jr. El actor que encarna al famoso Iron Man y que dejo ver que también le abundan los genes racistas cuando al referirse al director de cine mexicano Alejandro González Iñarritu lo hizo de esta manera.
“Yo lo respeto. Creo que para un hombre cuya lengua nativa es el español, ser capaz de armar una frase como genocidio cultural habla de lo brillante que es”.
El sujeto, para comenzar parece no tener la más remota idea de lo complejo que es el idioma español en comparación con el simplismo del inglés, lo que evidentemente implica una capacidad de abstracción superior a la que se requiere para hablar la lengua de Shakespeare.
Aquí lo grave no es lo que haya dicho de González Iñarritu, aquí el problema es la generalización que un tipo así hace de los que tenemos la fortuna de hablar español como primer lengua.
Otro que dio idea de los sentimientos que se abrigan en Estados Unidos para los mexicanos fue el polémico millonario Donald Trump, quien cuestiono la decisión de la Academia de Hollywood cuando esta decidió otorgarle el premio como mejor director en la edición de este año de los Oscar.
“Los Oscar fueron una gran noche para México- y por qué no- están estafando a Estados Unidos más que cualquier otra nación. Tengo una demanda en la corte corrupta de México que gané, pero hasta ahora no puedo cobrar. ¡No hagan negocios con México!”.
Matthew McConaughey, otra de las estrellas hollywoodenses, cuando hacía promoción a la película Dallas Buyers Club, donde encarnaba a un enfermo de VIH, fue consultado acerca de cómo le hizo para bajar tanto y tan rápidamente de peso. Su respuesta, aunque en tono jocoso, fue contundente: «Ve a México y bebe el agua».
El mismo Sean Penn, quien se asume como gran amigo de González Iñarritu, cuando le dio el Oscar, su frase de bienvenida fue: “¿Quién le dio una Green Card a este hijo de puta?”.
Mejores ejemplos… no creo que haya.