Política Inconfesable: Rei-nicio de un país


Andrés Manuel López Obrador rinde protesta como Presidente de México

Rodrigo Villar

Andrés Manuel López Obrador, ya es el presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.

Es una realidad inobjetable. Él ganó la posición, aún más elevada entre los mexicanos. Fue por mérito de los ciudadanos que confiaron en su propuesta, en sus posiciones democráticas y en las promesas que se han desplegado en torno a un nuevo proyecto de país.

Este es el re-inicio  de la historia moderna. Es el devenir de todos. A todos nos corresponde comprometernos como ciudadanos: exigir al nuevo gobierno es la divisa que cada uno de los mexicanos tendrá, y a la par será obligación participar, intervenir en las decisiones que se deban tomar, discutirlas antes de emprenderlas, debatirlas, y tomar la palabra a Andrés Manuel López Obrador, para que vayamos de la mano en la difícil  re-composición del tejido nacional.

Resulta impensable que frente a los despojos en que se encuentra el país, venga cualquiera, un redentor, un mago, un superhombre, y los levante de la noche a la mañana.

La realidad nos impone condiciones que de tan sólo pensarlas resultan pesadas. El clima de descomposición provocado por el uso de la fuerza para avasallar al de enfrente es el pilar principal que se debe derrumbar. La inequidad, la falta de probidad y de moral pública que genera el reparto tan desproporcionado de la riqueza. La imposición de la política económica que beneficia a los dueños del mercado. La delincuencia en todas sus inhumanas y ominosas expresiones: la trata de blancas, el tráfico de personas, el trasiego de drogas, la extorsión, el secuestro, los delitos comunes –asaltos y homicidios-, forman parte de un catálogo de temas por resolver. Tareas que no sólo corresponde al gobierno enfrentar y resolver. Nos toca a todos.

El presidente de México durante su arribo a Palacio Nacional

Y así, entre todos deberá recaer la re-creación del país que deseamos y aspiramos: con oportunidades de crecimiento, que vaya desde la educación, el trabajo, la cultura, la libertad de andar por las calles sin temor, la atención digna a la salud.

El panorama no es halagüeño para nadie. El reto es simple y claro, no hay matices: o todos contribuimos a resolver la crisis o a todos nos arrastra a escenarios que resultan, tan sólo de imaginarlos, indescriptibles.

Apostarle a la división, al encono que se generó por la derrota no es el camino. Durante la época contemporánea el pueblo mexicano fue monotemático en materia política. El partido hegemónico que fue construyendo una narrativa de sujeción y de control basado en la fuerza bruta en contra de su propia base social, se acabó.

Y este re-surgir tiene su origen en la entraña de ese poder hegemónico. Nada es cíclico, ni se repite. Cuando se establece como el origen de la reciente reacción social –manifiesta en el proceso electoral pasado- el sistema político de democracia participativa promovido por los regímenes del PRI y del PAN, no significa que el resultado vaya a tener significado similar.

Un cadete del Heroico Colegio Militar auxilia al Presidente de México a colocarse la Banda Presidencial

Negar el pasado a nadie conviene, es precisamente el pasado el que nos da vigencia como sociedad. Echarle la culpa al presidente López Obrador por su origen priísta, además de barato y poco ortodoxo, es una felonía que se identifica con el desdén y las ganas de desacreditar.

Y es que todos los ciudadanos activos en México, hemos tenido algo que ver con el priísmo, ya sea porque comulgaramos con él o porque francamente marcaramos las desaveniencias que nos separan de él. De esa raigambre tenemos algo.

No ha llegado la hora de desacreditar, es el momento de acreditar en los hechos que los mexicanos somos honorables en el triunfo y en la derrota, que no es momento ni época para aplastar al de enfrente, porque finalmente el de enfrente es nuestro espejo, es decir somos nosotros mismos.

En horabuena, para Andrés Manuel López Obrador, porque ayudándolo, nos va a ir bien a todos.