Política Inconfesable: Mujeres


Mujeres…

Rodrigo Villar

Las encuestas más certeras, las que se ajustan más a la realidad, son aquellas que cada uno, no nosotros hacemos en nuestro entorno familiar, de amistades, o en el terreno laboral.

Al día de hoy, algunos medios de comunicación que se dedican a chantajear a políticos y empresarios, levantando encuestas a quien sabe qué grupos de población o sectores de la sociedad, han revelado la gravedad de los actos violentos contra las mujeres.

Que novedad.

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Como sucede siempre con ellos los que generan material que resulta en escándalos mediáticos. Si observamos los reportajes que presentan sobre los actos de violencia criminal inasible contra las mujeres, son capítulos de circos que tienen por objeto ganar audiencias, lectores o visitas y likes.

Al desbordarse la narrativa pueril de los medios sobre un asunto de tanta importancia como lo es el respeto, la libertad y la dignidad de las mujeres, lo que nos provoca es desconfianza y preocupación.

Las personas que consultan esos medios escandalosos no confieren veracidad a sus marometas informativas en torno a los actos inverosímiles de agresión patológica contra las mujeres. Resulta aberrante observar las posturas de jueces que asumen, y terminan decretando que el gobierno en turno es el culpable de cuanto suceden esos actos deleznables.

Cuántas veces hemos atestiguado en nuestra cercanía –incluso familiar- el maltrato o el resultado de éste contra las mujeres. Quien esté libre que tire la primera piedra. Por comisión u omisión hemos conocido eventos de violencia que va desde la verbal, emocional o física contra las mujeres. Porque una simple mueca, una respuesta o una orden pueden constituirse en acciones que afecten a las mujeres.

Mujeres y madres

Las valoraciones morales o éticas de los actos de violencia contra las mujeres, conllevan en muchos de los casos valoraciones de castigo o culpa. No obstante, el fondo de tan grave problema es la reacción masculina que no acepta su responsabilidad en un proceso histórico y cultural cuyo pico se localiza en la visión del macho mexicano, que en la segunda parte del siglo pasado tuvo tanta ascendencia entre los hombres.

Las reivindicaciones añejas de las mujeres sin duda son más que legítimas, se encuentran implícitas en su esencia humana. Este no debería ser un tema que se discutiera en momentos tan aciagos para los mexicanos. Porque si resultáramos de una sociedad racional no habría lugar para resolver lo que tendría que estar resuelto: la igualdad es inalienable, no tiene límite y menos medida.

La libertad de las mujeres es la misma que la de los hombres y viceversa. Sus derechos por añadidura, y el respeto a su dignidad ni siquiera habría de ponerse sobre la mesa.

Activan la economía

La verdad inequívoca es que las mujeres hoy salen a las calles para expresar que los sucesos que les afectan, producto de la irracionalidad que se genera en las mentes más retorcidas de hombres enfermos, ya no se habrán de repetir en la medida en que hoy atestiguamos.

Es obligación de cada uno de nosotros, impedir que la historia de impunidad, de viles agresiones, inimaginables tratos a las mujeres se repita.

La serie de crímenes que hemos testiguado en los últimos meses, desafortunadamente no son nuevos episodios, deben constituir una de las abominables lecciones que se deben atender y aprender de ellas. Este domingo y mañana, cuando las mujeres paren por un día, habremos de entender que sin ellas no es posible avanzar como sociedad, porque ellas, al igual que todos nosotros –los hombres- somos necesarios para construir un mundo más justo y equitativo.