Política Inconfesable: ¿Es reforma o qué es…?


Rechazo de la CNTE a Reforma Educativa

Rodrigo Villar

Desde el año 2013, cuando fue promulgada la reforma educativa que promovió el entonces presidente Enrique Peña Nieto, en el marco de las llamadas reformas estructurales surgidas del Pacto por México, Andrés Manuel López Obrador, rechazó su contenido y se sumó a la repulsa que desde la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), que denunció el carácter laboral de aquella reforma.

Se pasaba por encima del ordenamiento del artículo tercero de la Constitución, cuya esencia es la obligación del Estado para garantizar el derecho de todos los mexicanos a la educación. En esas líneas se incluyeron de carácter laboral y de contratación, que debían tratarse en el artículo 123 del mismo ordenamiento.

Depende de la interpretación que se le desee dar, para concluir que se puede tratar de una nimiedad o de un gran problema, inscrito en la Constitución.

Aquel Pacto por México

Los maestros de la CNTE, mantuvieron la postura de rechazo a la reforma de Peña Nieto durante seis años, acusando su carácter punitivo porque en los procesos de actualización docente se incluyeron normas que los castigaban y condenaban al despido.

Los argumentos de los detractores de la CNTE se enfilaron a calificarlos de flojos, abúlicos y mediocres. De ser los responsables de la pésima calidad educativa que tiene postrados a los alumnos en una suerte de ignorancia proactiva, pues a la par de que son presa de la desinformación sobre ellos se abate la peor de las catástrofes, el exceso de datos a través de la red y de las plataformas digitales.

El problema no son los maestros. Forman parte del problema, como lo mismo lo conforma el sistema, el Estado y los gobiernos, las familias, el entorno, es un problema en el que convergen diversos factores asociados entorno a la educación, de pésima calidad, que se fundamenta en malogrados planes de estudio.

Así, Andrés Manuel López Obrador, tomó desde hace seis años el estandarte de opositor a la reforma educativa. En ese tiempo se acercó con la CNTE, con la SNTE, con Elba Esther Gordillo, y a cambio de su respaldo para ganar la presidencia de la República, asumió el compromiso de abrogar la reforma peñista, por pretender liquidar al sector magisterial disidente.

Elba Esther Gordillo Morales

Con el tiempo, en la elección presidencial pasada, el respaldo de la CNTE y del resto de los maestros, a través del SNTE, para López Obrador fructificó con un triunfo sin igual en la historia reciente. El nuevo presidente debía cumplir con su compromiso. Encontró en el Instituto Nacional para la Evaluación Educativa (INEE) el objeto de los argumentos que utilizó en contra de la reforma peñista.

Desde que fue declarado presidente electo anunció que la reforma educativa sería abrogada, y que se presentaría en el Congreso una iniciativa que la sustituyera, con inminente carácter académico.

Así, en los primeros días de diciembre envió su iniciativa de reforma a la Cámara de Diputados. Pero ¡craso error! El documento elaborado por el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, el mismo que fue secretario de Gobernación con Ernesto Zedillo –pronto fue despedido por incompetente-, quien forma parte de las variopintas alianzas de López Obrador para ganar la presidencial, dejaban fuera la autonomía de las universidades públicas.

Y así, un tema tan escabroso y complicado en el que resulta obligado a revisar a pie juntillas el contenido de la propuesta de reforma, se convirtió con el paso de las semanas y los meses, en un circo político donde se encuentra atrapado el presidente López Obrador.

Instituto Nacional para la Evaluación Educativa (INEE)

Quienes ven a la CNTE un comeniños a la que sólo le importa garantizarse el beneficio de los tratos del magisterio que encabezaron Jorge Jongitud Barrios y su alumna, Elba Esther Gordillo, conviene preguntarse porque en el artículo tercero de la constitución se incluyen temas que tienen que ver con el control laboral de los profesores.

Así, en el numeral séptimo de ese ordenamiento, la iniciativa lopezobradorista mantiene sesgos de control labora, que nadie niega deben existir, pero deberán contemplarse en la ley reglamentaria del artículo 123.

La que tiene en las manos, López Obrador y su gobierno, es una papa caliente que cada día que pase va ser más intolerante tanto al ejercicio –de por sí ya cuestionado- del poder presidencial y a la protesta de los maestros disidentes.

Esperemos una solución, que no sea salomónica, sino que contenga verdaderos cambios profundos, a la impartición de la educación, de por sí alicaída, en México.