Política Inconfesable: Es lo que hay, pero…


El presidente Andrés Manuel López Obrador

Rodrigo Villar

México, no es, ni será país de un sólo hombre. El tiempo del líder carismático quedó atrás, allá en las postrimerías del siglo XIX, cuando el país se debatía en el enredo de una guerra fratricida de más de 30 años que retrasó el ingreso de la nueva república al desarrollo político liberal. La revisión y estudio de la historia nacional advierte que, como la historia no se repite, ni mucho menos es cíclica, la aparición de los mesías es lo menos pertinente para el hoy mexicano.

A nadie conviene jugar a los maximalismos, encarnando el papel del líder carismático, propiciando con ello la división entre los distintos estamentos sociales.

Josefa González Blanco Ortiz Mena

La oposición política, encarnada por el PAN-PRI-PRD-PVEM y Movimiento Ciudadano, que combinación de intereses por decir lo menos, acusa al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador de encarnar la figura del líder carismático, el mesías, le dicen y con cierto grado de histeria le endilgan la acusación de polarizador de las relaciones sectoriales en México.

López Obrador, seguro leyó al doctor Daniel Cosío Villegas en su libro El estilo personal de gobernar, y como buen lector, también seguro, supo desde entonces que imprimiría una forma particular de tomar decisiones y de actuar. Que guste o no su estilo tropical de hacerlo eso es otra cosa.

El caso es que el actual presidente –no se olvide que todo tiene caducidad, y la presidencia más, y ésta concluirá en diciembre de 2024-, pues sabe gobernar a su manera. Lo hace caminando en el límite de lo formal y el autoritarismo. Hasta ahora no se ha inclinado por la segunda ruta. Y desde este espacio se observa, si fuera el caso, se le recriminará de inmediato.

Ana Gabriela Guevara

Así es su estilito. Y con eso hay que lidiar. ¡Es lo que hay!, dijera mi joven hija estudiante universitaria.

Pero el caso es que el presidente de la República, al día de hoy ha demostrado que –por lo menos- tiene los pantalones para gobernar un país en el desastre, trata de darle cauce, y en medio del desorden que le heredaron el PAN y el PRI (el ominoso Vicente Fox, el borracho, Felipe de Jesús Calderón, y el simulador Enrique Peña Nieto), proyecta enfrentar el flagelo de la corrupción, que está inoculada en la sangre y en los genes de los mexicanos.

Claro que el presidente, como cualquier ser humano se equivoca, pero eso sí no tiene permitido equivocarse tanto, y menos cuando el curso de la República va contenido en las decisiones que toma. Hasta ahora López Obrador, que es un ave de tormenta, ha gobernado aceptablemente en tres meses de gobierno. Pero en el caso de sus empleados del gabinete, la historia es distinta, muy pocos dan una.

Olga Sánchez Cordero

Al azar tomemos el caso de Josefa González Blanco Ortiz Mena, la secretaría de Medio Ambiente. Tiene en su haber la inconformidad de cientos de trabajadores de estructura que fueron despedidos de manera fulminante de sus puestos de trabajo. Además, en sus declaraciones ha dejado ver que no hay comunicación en el gobierno federal, y que en la relación con su jefe no opera bien algo. López Obrador no se ha cansado de vender su proyecto de Tren Maya, será la obra que marque su sexenio. Y qué pasa con su secretaría, que apenas hace cuatro días sorprendió a todos los que la escucharon decir: “El tendido del tren Maya, al día de hoy es imaginario…”

¿Qué no llevan ya siete meses –incluidos los cinco de transición, y los casi tres de gobierno- organizado la ruta de la tan llevada y traída cuarta Transformación?

O es la simulación, o la soberbia, o es la fantochería lo que está gobernando el país.

Javier Jiménez Espriú

Un sector muy amplio de la sociedad está en espera de respuestas favorables, desde el gobierno, para resolver los grandes problemas nacionales que les aquejan. Como comentamos, todo tiene caducidad, todo se acaba, no hay nada seguro en la vida. Y esperamos, con sinceridad, que en el caso del presidente y su cuarta transformación no se engañe a los mexicanos.

Hoy son ventarrones, personalizados en simuladores como Olga Sánchez Cordero y su departamento en una zona exclusiva de Houston, también, Javier Jiménez Espriú, y otro departamento de lujo en esa ciudad de Estados Unidos, la mentira de Ana Guevara, que apenas tiene terminada la secundaria, la mediocridad del director de Pemex, que de ser el contador de López Obrador se convirtió en el que conduce el destino de la empresa más importante del país.

Espero que sólo sean ventarrones, y no se convierta en tormenta.