Política confesable


Former Mexican president Felipe Calderon delivers the keynote address during the 18th annual CAF, Development Bank of Latin America conference on September 3, 2014 in Washington, DC. AFP PHOTO/Mandel NGAN (Photo credit should read MANDEL NGAN/AFP/Getty Images)

Cinco años de ingobernabilidad y promesas incumplidas de Cué

 ¿Y la Fuente de la reconciliación?

El fin de una administración desastrosa

Tomás Ezequiel Toledo

             Con la presentación de su reciente “informe” finalmente se cumple el año cinco desde que Gabino Cué juró cumplir la Constitución y sus leyes y comenzó -¡por fin!- el fin definitivo de su infortunado paso por el gobierno del estado y a partir de ahora resulta aún más evidente que ese personaje no sólo está desgastado, sino que aceleró la ruina económica, política y educativa de Oaxaca.

Como se recordará, en su toma de protesta ante el Congreso del estado, y en el contexto del fin del dominio priísta en la entidad, Cué se comprometió a sancionar a quienes violaron los derechos humanos de los oaxaqueños, si bien aclaró que no actuaría “buscando venganzas o creando culpables”.

En efecto, no hizo lo uno ni lo otro. La banda que dominó Oaxaca con Ulises Ruiz (Ruin) a la cabeza en el sexenio 2004-2010 y que, debido a los abusos cometidos en esa administración, llevó a la derrota al impresentable de Eviel Pérez Magaña, continúa intacta y los recursos que se robaron de las arcas estatales no han sido recuperados.

La fiscalía a la cual se le encargó investigar la represión de 2006 contra los maestros de la sección 22 y la sociedad no derivó en ningún ejercicio de acción penal contra quienes, como públicamente se supo, actuaron política y policiacamente para tratar de detener al movimiento social surgido ese año.

Eviel Pérez

Ahora es claro que Gabino no sólo se desentendió de su principal promesa de toma de posesión, sino que persiste la duda de si negoció con Ulises Ruin, como en su momento pactaron éste y el gobierno de Vicente Fox para evitar el desafuero en el Congreso de la Unión, a cambio de que el PRI permitiera la asunción de Felipe Calderón como presidente.

Ulises Ruin supo sortear su propia debacle, a pesar de las pruebas que la comisión especial de senadores entregó al pleno cameral para decretar, como se exigía a gritos, la desaparición de poderes en el estado y encauzar el proceso penal en contra del actual delegado del PRI en Quintana Roo.

Ahora, es evidente que Gabino Cué no podrá superar su caída, que va en tobogán. Incluso en los días recientes, el que fue delegado del Partido Acción Nacional en Oaxaca, Javier Corral Jurado, y que con su participación fue uno de los principales soportes del triunfo de aquél, ha alertado que desde palacio de gobierno podría fraguarse una alianza con el PRI, según esto para tener una cobertura de salida

Dijo el senador Corral hace unos días: “Yo sostengo que Cué, incluso, es capaz de terminar apoyando un candidato del PRI, ya sea dentro o fuera de la alianza, porque con una alternancia en Oaxaca se va su pellejo”.

Gabino Cue

Es decir, que para Gabino la supervivencia implicaría un arreglo para que, a diferencia de lo que él no hizo, una nueva administración sí ejerza un proceso penal o administrativo en su contra, fundada en los escándalos de corrupción, probable desvío de recursos documentado por la Auditoría Superior de la Federación –como se ha difundido en este semanario, con oportunidad- y por auspiciar una nueva aristocracia que floreció bajo su manto.

Aquí, vale la pena recordar una frase de su toma de posesión, porque no puede perderse de la memoria histórica del estado: “Tenemos que erradicar este mal (la corrupción) que tanto ha dañado a nuestra entidad. No permitiré que funcionarios se enriquezcan al amparo de la pobreza de la gente. ¡Ay de aquél que bajo mi mandato anteponga su bienestar personal al del pueblo oaxaqueño!”

La lista es muy larga, pero a todos los dejó hacer y a ninguno castigó.

Además, ninguna obra importante se ha desarrollado en estos cinco años, a pesar de que cada ejercicio fiscal dispuso de recursos multimillonarios.

Gabino no ha hecho nada por Oaxaca. Y nada es nada. Ni siquiera la obra que anunció hace ya casi cinco años, la denominada “fuente de la reconciliación”, que se concibió en memoria de los ciudadanos oaxaqueños asesinados en el conflicto de 2006. Vaya, no existe ni la primera piedra.

En los días recientes, por si fuera poco, ha mantenido un perfil de rechazo a los maestros de la sección 22, derivado de la detención de un grupo de líderes magisteriales y las órdenes de aprehensión contra otros más.

Ulises Ruiz

Así, negó cualquier viso de negociación para tratar de liberar a los cuatro profesores detenidos por las fuerzas federales y si bien expuso que hay disposición al diálogo, turnó a los representantes del movimiento al ámbito de procuración de justicia.

Su postura se presenta en el contexto de la evaluación que se realizará a los maestros oaxaqueños, pero que demuestra cómo no aprendió nada del repudio que alcanzó a Ulises Ruin en el pasado, y al mismo tiempo comprueba que muy atrás quedó su discurso inaugural, en el que sostuvo el cambio de Oaxaca no podría lograrse sin la participación de los mentores.

El único cambio que hubo fue el del nombre en la papelería oficial. En los hechos, Gabino no es muy diferente de Ulises.

Los dos engañaron al pueblo de Oaxaca; los dos han robado sin medida; ambos son despreciados por los ciudadanos; ambos no hicieron ninguna inversión de infraestructura relevante: si Ulises Ruin se dedicó a “inaugurar” obras que habían sido construidas en el sexenio anterior, a las que sólo arrancó la placa alusiva y mandó colocar otras con su nombre, Gabino ni siquiera hizo eso.

Si acaso queda el desvío multimillonario para financiar el estadio de los Alebrijes, como un monumento al dispendio, el robo de los fondos del erario para beneficiar a una empresa, eso sí sin pudor o rubor alguno.

Lo más que dejará como recuerdo Gabino Cué serán los escándalos por la contratación de artistas, las fotografías que se dejó tomar en acciones comprometedoras, y ya.

Mientras se acercan los tiempos para el proceso electoral que terminará con esta administración, desde su oficina Cué impulsa como carta de una eventual coalición PAN-PRD a José Antonio Estefan Garfias, un viejo ex priísta que como diputado federal perredista no ha tenido un solo día de brillo en el Palacio Legislativo de San Lázaro.

A Cué no le alcanzó para imponerlo como coordinador de los diputados federales del PRD, porque el acuerdo entre tribus llevó a Francisco Martínez Neri, a quien también le ha quedado grande la responsabilidad, y que tiene a su conducción un muy reducido, pero sobre todo pobre, grupo parlamentario.

Y como ocurrió con Eviel Pérez Mengaña hace cinco años, con la carga del desprestigio y el repudio público hacia el gobernador en turno, hoy se repite la historia.