- La esposa de Felipe Calderón estaba pasando del griiiis al negro.
- ¿Aparecerá en boleta electoral? Avance de la impresión iba en 48%.
- Partido Verde Ecologista, vergüenza para México y los mexicanos.
- PVEM sólo sobrevive por ser partido parásito; corrupción lo agobia.
Alberto Vieyra Gómez/AMN
¡Qué papelazo, el de Margarita! Tiró la toalla y el más feliz es ya saben quién… La renuncia de la esquirola Margarita Zavala como candidata presidencial “independiente” significo para las mujeres de México un severo golpe, a pesar de que la esposa del borracho Felipe Calderón no tenía ningún mérito político, para convertirse en la primera presidenta de México. Esperaban que diera la batalla política, pero, se rajó. No pocas mujeres han comentado a este átomo de la comunicación que la señora Zavala, resulto una timorata gallina, aunque los filósofos rancheros haya en mi tierra me recuerdan aquel sabio refrán que reza: “Entre menos burros más olotes”.
Sí, una menos en la contienda por la presidencia de la república mexicana.
¿Quién le hará ahora, además del bronco el trabajo sucio al PRI?
La renuncia de doña Margarita será el preámbulo de la renuncia o la debacle electoral de José Antonio Meade, quien ha llevado su campaña electoral de color gris a color grisisisto.
¿Aparecerá todavía la señora Zavala en las boletas electorales que ya se imprimen en una enigmática imprenta de las catacumbas del INE?
¿O se imprimen aun en los Talleres Gráficos de la Nación?
Pero, ¿Qué hay detrás de la renuncia de Margarita Zavala a la candidatura?
¿Sera una más de los mil candidatos que han tirado la toalla y se han bajado de la contienda electoral por amenazas del crimen organizado?
¿Por qué claudico la señora Zavala, a pesar de que los lambiscones Panistas y no Panistas dicen que fue un acto de “congruencia política”?
Los cierto que la campaña de la señora Zavala iba de color gris a color negro, que fello se veía pa´ dentro, que muy poco punto le restaría al peje y a Ricardo Anaya claro, para favorecer a Meade del PRI.
¿Por qué derrotarse a mitad de rio? o ¿Sera que todo estaba planeado?
¿Se sumará ahora a la candidatura presidencial Priista o Panista?
¿Tomara vacaciones en Hawái?, ¿Qué poderosas razones hubo detrás de la renuncia de doña Margarita?, ¿Para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo?
Vaya usted a saber, pero, de que la señora Zavala resulto con una batea de babas, ni duda cabe.
Serán sólo 3 candidatos y un esquirol en las próximas elecciones presidenciales porque, como dicen allá en mi tierra “entre menos burros más olotes” …
¿Cuál será la próxima renuncia a la candidatura presidencial?
¿Quién de los cuatro aspirantes aventara ahora el arpa?
Por lo pronto en el próximo disque debate en Tijuana, Baja California, habrá más tiempo para los candidatos que quedan y que se niegan rotundamente a tomar al toro por los cuernos, abordando temas torales porque le sacan la parche con el crimen organizado y con el imperio capitalista del mal que a toda costa hará que siga imperando en México la economía neoliberal, tachada por el papa Francisco como: “La economía de la muerte”.
Veremos en escena a cuatro políticos que buscan la silla presidencial.
VENENO POLÍTICO
Corría el año de 1984, cuando conocí a Jorge González Torres, hermano del Dr. Simi, a su esposa y a un buen número de riquillos bien parecidos que salían con gorritas y chamarras de color verde y con bolsas de plástico a recoger basura por las calles y parques por el rumbo de San Ángel e Insurgentes en la capital de la República.
¡Apantallaban!, principalmente, porque parecía que buscaban implantar una nueva cultura ecologista. ¡Pura simulación!
Nacía así el depredador Partido Verde, que se convertiría en un partido de engañabobos.
En 1986, logró el registro ante el árbitro electoral, como el Partido Verde Ecologista de México -PVEM-.
González Torres comenzaba el negociazo, que años más tarde heredaría a su pedante y corrupto hijo, Jorge Emilio González Martínez, un CORRUPTO.
En la mente de millones de mexicanos figuran aquellas escenas en las que el corrupto Niño verde o Niño muerde exigía a equis empresario hotelero millones de dólares para conseguir ante el gobierno de la República los permisos correspondientes para un desarrollo turístico en Quinta Roo.
El PVEM se convirtió en una inseparable rémora política de los partidos en el poder. En el 2000, y luego de una feroz desestabilización hacia el interior de sus filas, ese partido fue forzado a aliarse con el PAN y Vicente Fox a cambio de posiciones en el gobierno, pero pronto le pintarían un al Niño muerde, y lo desecharían como un triste y sucio papel higiénico.
Luego se plegó como aliado del PRI, y se ha hecho cómplice de profundos daños ecológicos, sociales, éticos, electorales y económicos de la nación. Derrochan nuestros dineros públicos en francachelas en Europa y por todo el mundo.
Por ello, un grupo de cientos de mexicanos, entre ellos intelectuales y miembros de la sociedad civil, lanzarían en el 2016 un manifiesto público en el que no dudan en tachar al PVEM como “una vergüenza” para México:
“Una razón muy elemental para firmar este documento: México está anegado de corrupción y es necesario combatir sus expresiones más grotescas. El Verde es la expresión más acabada de la corrupción de los partidos políticos mexicanos. Rompe con todos los criterios de una sociedad democrática”, exponía la carta abierta.
Pero, además, en las elecciones federales del 2015, el PVEM y sus acendrados y corruptos vicios lo convirtieron en el enemigo público número uno de la ley electoral al pagar a famosos del medio artístico, incluyendo a la televisa Andrea Legarreta, hasta 50 mil dólares para que el electorado los favoreciera con su voto. Y luego, el Niño verde recurrió a la Corte con una carretada de apelaciones para que la justicia fallara en favor del PVEM en el mayor número de impugnaciones.
Sí, el PVEM es una vergüenza nacional que, con la bandera del ecologismo, ha lucrado y conformado la cuarta fuerza política nacional. Es el partido que le da sustento al PRI o que el PRI es la salvación del PVEM. PRI y Verde Ecologista son uña y mugre. ¿Por cuánto tiempo más estará en la vida de los mexicanos ese veneno político?