Nosotros ya no somos los mismos: Choque y perdón del director del Instituto Cumbres


Sede del Instituto Cumbres en Cuernavaca, Morelos

Ortiz Tejeda/La Jornada

  • La complicidad de la confesión

Apretadísima síntesis: El automóvil en que viajan dos jóvenes (M y H), es impactado por otro que pretende rebasarlo, pero por arriba. El joven chocado se baja y enfrenta al chocante. A gritos le informa lo evidente: ¡Me chocaste! Y le exige: ¡Bájate!

Trató de abrir la puerta, pero el otro lo impidió mientras le hacía una expresiva seña: un dedo cordial erguido y desafiante, ¿gesto de afecto e intimidad? (tómese en cuenta que el cofre de un coche estaba sumergido dentro del otro), ¿o era una generosa y beatífica bendición que lo absolvía del pecadillo de haberse interpuesto en su evangélico camino?, dado que el agresor era el señor cura don Carlos Luján Valladolid, director del Instituto Cumbres.

El sacerdote Carlos Luján Valladolid al momento del accidente

Todas las reseñas periodísticas concluyen en que el agresor huyó, llevándose de polizonte, sobre el cofre de su auto, al joven chocado quien, angustiado, gritaba que él todavía no quería pasar a retirarse, mientras continuaba grabando al padrecito que le seguía haciendo extraños ademanes, los que, en estas condiciones, mucho se asemejan a aquellos que acompañan a ese sacramento definitivo conocido como la extremaunción.

El joven se encomendó a un santo más picudo y menos desprestigiado que el comandante Marcial Maciel y logró bajarse de la incómoda posición de pasajero externo y sin cinturón de seguridad. Se calmó y se dirigió al único tribunal efectivo en esos momentos: las redes sociales.

Al amanecer del siguiente día, después de disolver unos efervescentes Alkaseltzer en una generosa ración de un generoso vinillo de consagrar, elaborado por las bodegas Ferriño de Cuatro Ciénegas, Coahuila, al padre Carlos le entró el soponcio: allí, en el centro de la pantalla televisiva estaba un rostro temulento el cual tenía un asombroso parecido con otro que, al mismo tiempo, lo espiaba desde la luna del espejo. El choque adrenalínico impidió el desfallecimiento y, por el contrario, movió a la acción inmediata. El padrecito se autofelicitó por la genial idea que le llegó desde lo alto y que paso a compartirles: si al término del ángelus lograba ser oído en confesión por todos sus cofrades, habría conseguido una especie de cheque posdatado de discrecionalidad. Ningún sacerdote, por una fruslería, echaría por la borda uno de los más poderosos cinturones de adhesión, sumisión y control de la clerecía sobre la grey: la complicidad que representa el sacramento de la confesión, sin duda más fuerte que la omertá. Cada absolución que se me otorgue será un juez o un testigo en mi favor. Además, yo también tengo en mi secreter algunas joyitas que me han confiado y que aseguran inmunidad.

Pero esta vez fallaron los cálculos del señor director: el padre Chano, que no se pierde las mañaneras de AMLO, porque tiene dos que tres guarderías con su familia allá por El Bajío, ya había enseñado a los miembros del claustro del instituto los mensajes que estaban convirtiéndose en un trending topic en redes y noticiarios. Ya era también conocida y harto comentada la torpe y collona carta escrita por el honorable director Luján Valladolid, director de Las Cumbres (que en el cielo se creyeron…). En ella el legionario macielista solicita que se le ayude a contactar a la persona afectada, para pedirle perdón y pagar cualquier daño que le haya ocasionado a su vehículo. ¿Se dan cuenta la clase de mequetrefe? No fue capaz de siquiera de saber dónde y en qué condiciones había botado al tonto mozalbete que se colgó de los limpiaparabrisas para impedir su huida.

Pero lo que más me estremeció fue este supongamos: un fuerte golpe recibido en la columna le rompe el cuello a la jovencita que viaja en el auto chocado, o la bolsa de aire se activa y le golpea de frente con tal fuerza que le provoca un derrame cerebral.

La joven está in artículo mortis, recibir la absolución le cambiaba los años que le restaran de existencia en esta azarosa vida, por una eternidad de vida en una casa blanca, en serio y sin gaviotas. Para ello necesita tan sólo recibir los santos óleos, y lo hacía sin exclusividad de Televisa por toda la eternidad.

¿Y quién, providencialmente, está a su lado? Pues el que tiene el don divino de otorgar el perdón fast-track de todos sus pecados y salvar su alma para la vida eterna. Pero el riesgo es demasiado. ¿Y si aplican el alcoholímetro al representante del Señor?

Falta aclarar por qué los muchachos agredidos y sus padres otorgaron tan fácil y expedito perdón al delincuente confeso. ¿Freecolegiaturas por el resto de sus estudios? ¿Tal vez ingreso al ITAM sin examen de admisión?

Y las autoridades de la alcaldía correspondiente, pese a una confesión pública, ¿piensan que es una osadía enfrentar a un modesto grupo de la Policía Judicial contra un escuadrón de Legionarios?

¿Y la hermanamafiedad macielista no tienen nada que aclarar a la sociedad? ¿Si así son sus directores, como serán sus consejeros espirituales?

Son las 8 pm del domingo. Desconozco resultados oscarianos, pero pienso que lo de Cuarón y Romaes cosa juzgada, pese a los evidentes intereses de Hollywood y Netflix. Gracias a la pinche india México ganó en conciencia, prestancia y dignidad. Los resentidos, canallas y débiles mentales merecen escarnio y escarmiento. Si el Conapred y yo tenemos el mismo texto de la Constitución no pueden salir indemnes

Twitter: @ortiztejeda

ortiztejeda@hotmail.com

Carta-renuncia del sacerdote Luján Valladolid