Murió Mari Jo Paz


Marie Jo Paz
  • La viuda del poeta Octavio Paz falleció en su casa de Polanco.
  • “Marie Jo es lo mejor que me ocurrió en la vida, después de nacer”: Paz
  • “Lo que más me gusta es haberlo hecho feliz” comentaba viuda del escritor.

Marie-José Tramini, última compañera de Octavio Paz, murió el pasado jueves tras sufrir un paro cardiaco en su casa de Polanco, Ciudad de México. La pareja se conoció en los años 60 en la India, durante la estancia Paz como embajador, y permaneció unida hasta el fallecimiento del Nobel en 1998. Personalidades de la política y la cultura mexicana han despedido a Tramini, de nacionalidad francesa, pero que tras más de cuatro décadas en el país natal de su marido terminó convertida en una figura más de la escena cultural mexicana.

“Siento profundamente el fallecimiento de Marie-Jo Paz, viuda de Octavio Paz y amiga entrañable. Comparto mi pena con sus amigos cercanos y la comunidad intelectual”, señaló a través de su cuenta de Twitter María Cristina García Cepeda, secretaria de Cultura, quien también ha anunciado que organizará el funeral. El historiador y editor Enrique Krauze, heredero del legado de Paz al frente de la revista Letras Libres, recordó una frase del Nobel sobre su esposa: “es lo mejor que me ocurrió en la vida, después de nacer”.

Elena Poniatowska la recordaba así en una columna de 2016 para el diario La Jornada. «Nunca en mi ya larga vida había conocido a una mujer que viviera sólo en función de un hombre. Nunca hasta que conocí a Marie Jo Tramini, segunda mujer de Octavio Paz. Vivía para él, por él, con él, a través de él”.

El mismo texto subraya una anécdota que contaba el poeta británico Richard Berengarten: «En alguno de sus múltiples viajes con Paz, al llenar el formulario que reparten las azafatas antes del aterrizaje, Marie Jo preguntó a Octavio: ¿Qué pongo?, en el renglón que se refiere al trabajo: Pon musa, le dijo Octavio. Tenía razón. Marie José fue  la más leal, la más solitaria, la más atribulada de las musas»

A la vuelta de India, al filo de los 70, la pareja se instaló en la capital mexicana, en un piso del paseo de la Reforma. “Sus días  −rememoraba un artículo de este diario de 2014− transcurrían entre la escritura, decenas de viajes, el cuidado de un invernadero y de algunos gatos. A primera hora, Marie-Jo leía los periódicos y seleccionaba lo que pudiera interesarle a su marido. Desayunaban juntos y luego él se metía a su estudio para escribir “sin interrupciones”. Por la tarde iban al mercado, al tenis (“solo jugaba yo. Pero Octavio me acompañaba, el pobre”), al cine, a una cena o se quedaban en casa viendo la tele (“¿sabe que a Octavio le encantaban Los Simpson?”).

En 1996, un incendio arrasó su casa, incluido un mueblecito donde Paz guardaba las primeras ediciones de sus libros. El presidente Ernesto Zedillo intercedió por el Nobel mexicano y la pareja se mudó a una mansión −la antigua casa del conquistador español Pedro de Alvarado− en el barrio colonial de Coyoacán. Tras la muerte de Paz, Tramini se mudó de nuevo al acomodado barrio de Polanco. Allí la imaginaba Poniatowska: “en la noche se comunica con Octavio y durante el día lee y corrige la obra de jóvenes creadores en torno a una mesa, frente a una taza de café o simplemente accede a satisfacer su curiosidad sobre la vida y la obra del gran poeta mexicano”.

Mari Ho y el poeta

SIEMPRE RECORDANDO AL GRAN ESCRITOR

La historia y el tiempo han dado la razón al poeta mexicano Octavio Paz (1914-1998), un «hombre muy combativo» que siempre defendió sus convicciones y cuyo mayor premio fue vivir y escribir, dijo su viuda, la francesa Marie José Tramini.

La segunda esposa del único Nobel de Literatura mexicano (1990) no era afecta a dar  entrevistas, dijo  en su momento que prefería  ser «una espectadora» del «gran homenaje» que México preparó  para Paz con motivo del centenario de su nacimiento, que se cumplirá el 31 de marzo.

Pero al final no resistió  la tentación de hablar de su historia de amor y de los «momentos privilegiados» que compartió durante «casi cuatro décadas» con este «hombre excepcional».

Cuenta que llena sus horas con recuerdos del también ensayista y diplomático y con toda la tarea que le queda por hacer sobre su obra «tan vasta», y confiesa que trabaja en ello sin parar, inmersa en «una especie de redescubrimiento»

Tertulias con amigos en 1975

LA GRAN OBRA DEL POETA

Entre los más de 40 libros que escribió, destacan títulos como «El laberinto de la soledad» (1950), «El arco y la lira (1956) «Libertad bajo palabra» (1960), «Salamandra» (1962), «Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe» (1982) y «La llama doble» (1993).

Sobre el «gran homenaje» que el Gobierno mexicano rindió  a Octavio Paz, con la publicación de ediciones especiales, conciertos, coloquios y exposiciones, Marie Jo, como le decía el poeta, asegura que es muy merecido y que le conmueve.

«Me ha emocionado mucho de verdad, estoy muy agradecida, me siento muy privilegiada de poder asistir a eso», señaló Tramini, quien  también  asistió a un homenaje a Paz en la Cámara de Diputados que marcó el inicio de las actividades conmemorativas.

Allí exhortó a los diputados a seguir el ejemplo del escritor y hacer que el debate en la política sea «un concierto de voces e ideas y no una Babel de monólogos simultáneos».

Recordó que su esposo siempre apostó por la pluralidad y el contrapunto, lo que «le costó que los poderes lo miraran con recelo, que no supieran qué hacer con sus disensos y su defensa de la libertad».

Sin embargo, en la entrevista asegura que Paz «no buscaba medallas ni premios», y que «nunca hizo nada para tener fama, ni esa publicidad; no tenía agente literario».

«Era un hombre sencillo, un hombre modesto (que) no quería nada de estos homenajes» y su premio era «escribir y vivir», dice Marie José, quien conoció a Paz en 1964 en la India cuando él era embajador de México en ese país.

«No era un escritor aislado en una torre de marfil. Era muy combativo, sobre todo cuando pensaba que tenía la razón y lo demostraba», asegura.

Paz «decía lo que uno no quiere oír» y siempre defendió sus convicciones, decía Tramini. «Lo bueno -añade- es que la historia y el tiempo le han dado razón».

«Además de su talento como escritor», Paz era un «hombre de gran calidad humana» y «amoroso», nada ambicioso, ni oportunista, recordaba Tramini, y asegura que fue «mejor marido que escritor».

Así describió a Paz en una de las pocas entrevistas que concedió cuando cumplió 80 años, comenta, y agrega: «Lo que más me gusta es haberlo hecho feliz».

Escritores, editores y amigos de la fallecida le acompañaron en la funeraria la noche del jueves, sus restos serán cremados.