Los halcones llegaron a Oaxaca


Iván Restrepo/La Jornada

El lunes pasado nos referimos aquí a la enor­me riqueza natural que posee el estado de Oaxaca, el de mayor biodiversidad en el país y con el número más elevado de comunidades indígenas. Esa riqueza se manifiesta especialmente en el sector forestal y con dos joyas invaluables: sus bosques de niebla, de los pocos que todavía quedan en el país, y Los Chimalapas. Ambas, asediadas por los intereses político-económicos. Con el agravante de que la defensa que la comunidad chima hace de su patrimonio natural está marcada por conflictos que han dejado varias víctimas. En buena parte por la complicidad de algunas autoridades de Chiapas con ganaderos y talamontes que invaden el principal pulmón verde de Oaxaca.

Anotábamos que si bien la entidad dispone de un inventario muy completo de sus bosques y selvas, han fallado los programas para conservarlos y aprovecharlos sustentablemente. Ello explica el contraste entre recursos de gran importancia ambiental, económica y social y la pobreza del sector agrario, compuesto en su inmensa mayoría por indígenas. Pero no es lo sustentable sino los intereses económicos los que imponen en ocasiones su ley en Oaxaca. Un ejemplo de lo anterior lo hemos denunciado en este espacio: la construcción del mal llamado centro cultural y de Convenciones en el cerro del Fortín, lugar emblemático de la capital del estado. En el auditorio que allí existe se celebra a finales de julio la tradicional Guelaguetza. El nuevo adefesio arquitectónico costaría 600 millones de pesos y no lo requiere la ciudad, capaz de atender a los visitantes en otros sitios idóneos. Estudios de los especialistas señalan que, de llegar a necesitarse, debe erigirse en otra parte. El enorme estacionamiento del citado centro agravaría también los problemas de tránsito y contaminación que padecen las colonias vecinas al cerro.

El empeño oficial por realizar el discutido proyecto en terrenos que son parte de una reserva ecológica, se explica porque el secretario de Turismo y Desarrollo Económico de la entidad, José Zorrilla, es dueño del hotel adjunto a la nueva obra, financiada con dinero federal cuando se recortan programas prioritarios por la crisis que agravó la baja en el precio del petróleo. En aras del interés particular se violan normas de planeación urbana vigentes y se ignora la opinión de los expertos en la materia y la de los vecinos afectados. Se olvidan los recientes anuncios federales sobre transparencia y combate a la corrupción y se pisotea la orden judicial que ordena suspender las obras.

A toda costa el gobierno estatal insiste en llevar adelante el proyecto más polémico en la historia reciente de Oaxaca. Al carecer de argumentos válidos, recurre a la agresión física de los inconformes, encabezados por el pintor y mecenas Francisco Toledo y quienes con él defienden el patrimonio natural, arquitectónico y cultural de Oaxaca. Siempre lo han hecho en forma pacífica, con argumentos sólidos y la opinión de los más calificados expertos. El martes pasado golpeadores al servicio de la Confederación de Trabajadores de México, famosa por la corrupción de sus dirigentes (hoy la preside un joven y dispendioso millonario de 93 años), y ser aliada incondicional del PRI, agredieron a Toledo y a los vecinos que se oponen al falso centro cultural y de Convenciones y exigen respetar el acuerdo judicial que ordena no proseguir su construcción.

Ante la reacción que ocasionó esa agresión, el gobierno oaxaqueño anunció que respeta las ideas y la oposición del pintor y mecenas. Y estar en la mejor disposición de que conozca el proyecto de primera mano. Precisamente lo que Toledo y la ciudadanía exigen desde hace meses: darlo a conocer y discutirlo públicamente.

En México las instancias oficiales cada vez tienen menos posibilidad de imponer por la fuerza proyectos impopulares o para hacer más ricos a los funcionarios. Tampoco resulta fácil silenciar violentamente a los que los critican y exigen transparencia. Recurrir a golpeadores que recuerdan a los halcones del 10 de junio lleva a creer que mucho ocultan las autoridades oaxaqueñas en el cerro del Fortín.

 RESTREPO ENCAPUCHADOS

SILVICULTURA SUSTENTABLE

Recientemente varias ins­tituciones relacionadas con los bosques y las selvas de México denunciaron los problemas que enfrentan los campesinos para realizar la urgente tarea de aprovecharlos racionalmente. Por un lado, las comunidades agrarias que tienen entre sus programas obtener ingresos en base a una silvicultura sustentable, se enfrentan a una complicada burocracia. En cambio, los talamontes y comerciantes de madera ilegal realizan su nociva labor con muchas facilidades. Está bien documentado cómo estas mafias actúan en entidades como Morelos, Michoacán, Veracruz, estado de México, Durango y Chihuahua. No pocas veces al amparo que les da la corrupción de quienes por ley deben combatirlas.

Esto sucede mientras en los informes que México ha elaborado para las instancias internacionales relacionadas con el cambio climático, reconoce que los bosques y las selvas son piezas claves para evitar el calentamiento global y reducir la generación de gases de efecto invernadero. Además de que las áreas forestales bien administradas ofrecen oportunidades de ingreso a las poblaciones y son indispensables para garantizar la biodiversidad. Sin embargo, la extensa madeja burocrática y los intereses político-económicos se convierten con frecuencia en obstáculos para obtener esos beneficios y alientan así la destrucción de los pulmones verdes por excelencia del planeta.

Pero, además, los bosques y las selvas son fundamentales para conservar los suelos en buen estado pues los protegen de la erosión y pérdida de su riqueza natural. Cabe mencionar que nuestro país cuenta con 25 de los 30 tipos de suelo que existen a escala mundial. Sin embargo, casi la mitad de los que poseemos sufren franco deterioro, lo que incide en la producción agrícola, el ingreso campesino y en menos biodiversidad.

Una muestra clara de la importancia de las selvas, bosques y suelos, la enorme riqueza que encierran lo ofrece uno de los estudios más completos sobre el tema. Se refiere al estado de Oaxaca, el de más diversidad natural y cultural y mayor número de pueblos indígenas. Con la participación de reconocidos especialistas, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, la Comisión Nacional Forestal y el gobierno del estado, se concluyó en 2013 el inventario sobre los temas arriba mencionados. Una tarea que tuvo además la colaboración de las autoridades de los 570 municipios y los grupos sociales involucrados en la conservacion y manejo racional de la riqueza natural más importante de Oaxaca, precisamente la entidad con la mayor biodiversidad del país. Como señala el ingeniero Félix Gerardo Piñeiro Márquez, director general de la Comisión Estatal Forestal, el relieve de Oaxaca es muy accidentado y extremadamente montañoso pues lo atraviesan la Sierra Madre del Sur , la Occidental y la Sierra Atravesada. Pero también cuenta con zonas áridas, valles y cañadas, con caudalosas cuencas hidrográficas y una rica franja costera sobre el océano Pacífico.

Su situación geográfica, anota Piñeiro Márquez, hace que tenga una variedad climática única, lo que le permite albergar las 11 formaciones forestales de México. Entre ellas, los bosques de niebla y una de las áreas naturales más importantes de América: Chimalapas, asediada por ganaderos y talamontes. Y aunque las dos terceras partes del territorio oaxaqueño es forestal (no llegan a 30 los municipios sin esa cobertura) y ocupa el tercer lugar nacional en superficie arbolada (más de 9 millones de hectáreas) sufre erosión grave y moderada.

Ese incalculable patrimonio se ve amenazado por las actividades humanas, la deforestación, el cambio de uso del suelo y el pastoreo. Como se reconoce en el Inventario Forestal citado, esos y otros problemas tienen solución si se ponen en marcha políticas públicas en materia ambiental y social a fin de lograr el aprovechamiento y cuidado sustentable de los recursos. Y en esa tarea, los mejores aliados son los pueblos ancestrales de Oaxaca. Si se logra que tengan una calidad de vida adecuada y los apoyos gubernamentales necesarios y oportunos, serán los mejores guardianes de tan majestuosos e insustituibles bosques y selvas.