Ida Vitale recibió el Premio Cervantes


La galardonada agradece los aplausos
  • La poeta reconoce influencia de Juan Ramón Jiménez en su obra.
  • Uruguaya de nacimiento vivió temporada de exilio en suelo azteca.
  • “No conozco un país más generoso que México”, afirma la escritora.
  • Es la última sobreviviente de la famosa Generación del 45.

De la Redacción.

La escritora uruguaya Ida Vitale recibió el pasado mes de abril  de manos del rey Felipe el Premio de Literatura Miguel de Cervantes 2018, máximo galardón de las letras en español que se entrega en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid).

La poeta de 95 años de edad es un referente para poetas de todas las generaciones, es la quinta mujer premiada con el Cervantes, un galardón dotado con 125 mil euros (141 mil 200 dólares) que le fue otorgado por su trayectoria poética e intelectual.

La escritora con su marido Enrique Fierro en 2014

Vitale, que tiene a lo largo de su trayectoria como referente y padre poético al español Juan Ramón Jiménez, sigue escribiendo a sus 95 años de edad.

Nacida en Montevideo, Uruguay, en 1923. Vitale es una de las grandes poetas latinoamericanas y la última sobreviviente de la Generación del 45, de la que formaron parte intelectuales destacados como Emir Rodríguez Monegal, Ángel Rama y Mario Benedetti, entre otros.

Entre sus obras se encuentran La luz de esta memoria y Procura de lo imposible, que muestran un lenguaje preciso, maleable, cargado de ironías y sutilezas,  con un fuerte influjo de Juan Ramón Jiménez, a quien la propia escritora considera su maestro en la poesía.

El Premio de Literatura Miguel de Cervantes  fue creado en 1975 por el Ministerio de Cultura español, para reconocer la trayectoria de un escritor que con el conjunto de su obra haya contribuido a enriquecer el legado literario hispano.

Recibió el premio de manos de los reyes Letizia y Felipe

El galardón se entrega cada año el 23 de abril, día en que se conmemora la muerte de Cervantes,  en una ceremonia que habitualmente tiene lugar en la Universidad de Alcalá de Henares y que está presidida por los reyes Felipe y Letizia como monarcas.

 LUCES SOBRE EL GENIO DE LA GALARDONADA

Ida Vitale nació en una familia ilustrada de origen italiano. Su padre se llamaba Publio Tesio: con ese nombre, lo normal es que uno se interese por la historia y la literatura. Sus primeros recuerdos: una lamparita azul, el recuerdo más remoto; los cuatro diarios, dos de mañana y dos de tarde, que llegaban a casa; el tío médico que le caía muy mal; la tía pedagoga que le caía muy bien. Su tía Débora Vitale D’Amico fundó la sección femenina del colegio nacional José Pedro Varela y luego un colegio femenino con el mismo nombre. “Ahora es un colegio mixto, ¡qué tontería separar a los chicos y las chicas!”, comenta. Ida Vitale estudió con su tía, quien le descubrió las primeras lecturas. Luego siguió descubriendo por su cuenta, en la biblioteca. Novelas, muchas novelas: “No habría cambiado ningún poema por Los tres mosqueteros”. Sigue leyendo más prosa que poesía.

“A veces el humor se refleja en una actitud de tolerancia que debe empezar por uno mismo”

DESCUBRIENDO EL GUSTO POR LA POESÍA

Tardó en percibir el encanto del verso. Todo comenzó en el colegio, con la lectura de un poema de Gabriela Mistral. Empieza a recitarlo de memoria: “La hora de la tarde, la que pone su sangre en las montañas…”. (Conviene hacer un inciso: no soporta la poesía declamada, sino la que se dice con naturalidad, como lo hacía su querido y admirado Juan Ramón Jiménez o como lo hacía el gran actor italiano Vittorio Gassman). “Era quinto curso y no entendí nada de ese poema de Mistral, algo entreví en sexto, y ya en Liceo ese poema me pareció evidente”, explica. “Poco a poco fui dedicándome a la poesía, quizá como un juego conmigo misma; vas trabajando, sabes que lo que haces va a ser juzgado y procuras hacerlo lo mejor posible”. Así de simple, según ella. Cuando escribe, prefiere renunciar a la completa perfección formal si a cambio logra aportar al lector un cierto enigma, un punto de misterio. Escribe, despoja lo escrito de elementos superfluos, poda una y otra vez hasta quedarse con la esencia. Deja el trabajo en un cajón hasta tenerlo casi olvidado y entonces, cuando le parece obra de otra persona, relee y juzga.

Rodeada por sus amigos, los libros

Esta mujer de educación exquisita, que guarda muy buen recuerdo de sus profesoras de francés e italiano y muy mal recuerdo de su profesora de inglés, se casó con el crítico y ensayista Ángel Rama. Tuvieron dos hijos, Amparo, la arquitecta con la que el día antes se había quedado sin gasolina, y Claudio, economista en Buenos Aires. Formaban parte de la élite cultural uruguaya. En una de sus idas y venidas de la cocina muestra una foto del mítico Felisberto Hernández acompañado por su esposa del momento (tuvo cuatro, una de ellas una espía del KGB), gran amiga de Ida. “Aquí Felisberto era joven y aún estaba delgado, luego se puso muy gordo”, comenta. No debe haber muchas personas que puedan hacer ese tipo de comentario, entre afectuoso y displicente, sobre alguien como el pianista, poeta y novelista Felisberto Hernández.

Con una de sus nietas

EXILIO EN MÉXICO

“Cuando me dieron el Reina Sofía, alguien me advirtió de que vendrían otros premios”

En 1974 cayó el viejo régimen liberal uruguayo, el juego de alternancia entre rojos y blancos, y llegó la dictadura. Un día apareció en casa la policía buscando a su hija. La familia (ella se había casado ya con su segundo marido, el poeta y crítico Enrique Fierro) dejó el país. Con más de 50 años, Ida Vitale comenzó su exilio en México. Colegas izquierdistas como Onetti y Benedetti la previnieron contra el mexicano Octavio Paz, un hombre que a ella le pareció formidable. Igual que México. “Rápidamente encontré trabajo y amigos, no conozco un país más generoso que México”, recuerda. Dio clases, tradujo, pronunció conferencias, publicó numerosísimos artículos y ensayos. En 1984, con la dictadura ya agonizante, Vitale y Fierro volvieron a Montevideo. “Nos pareció que teníamos que colaborar en lo posible en la restauración de la democracia”, explica. Fierro fue nombrado director de la Biblioteca Nacional, donde pasó cuatro años “infernales”. “La dictadura había colocado a su gente y el pobre Enrique tuvo que lidiar con ellos, lo pasó muy mal”. En 1989, a Fierro le ofrecieron un puesto en la Universidad de Austin, Texas, y la pareja volvió a emigrar para instalarse en Estados Unidos.

Disfrutando la lectura

POEMA DE LA VACA

Ida Vitale muestra un ejemplar de Quiero ver una vaca, un poema de Enrique Fierro que se ha convertido en celebérrimo cuento para niños: “Enrique acabó maldiciendo ese poema, temía pasar a la historia por una obra que no representaba en absoluto su estilo”.

Texas no es México. Ida Vitale no se sintió tan cómoda allí, en parte porque su inglés (lo domina, ha traducido obras inglesas y alemanas) no es tan fluido como su francés o su italiano: culpa de nuevo a aquella mala profesora en el colegio. Pero no tenía previsto volver. Hasta que murió su marido, hace dos años. Las fotografías de Enrique están por todas partes y su ausencia resulta perceptible, pero Vitale no es persona de quejas o lamentaciones. Su hija la convenció para que regresara a Montevideo y le arregló el moderno apartamento donde vive ahora, muy cerca de la Rambla marítima (o fluvial, según se mire) que le gustaba a Borges. Se instaló hace unos meses. Aún está ordenando los libros.

Algunas de sus obras

EL HUMOR ES ESENCIAL

La poesía de Ida Vitale es sobria, elegante, con un punto de ironía. “Los poetas de mi juventud eran gente importante que escribía poesía narrativa, de tono bíblico, casi sacramental, sin ningún humor”. Ella hace lo contrario. “¿Dice usted que en mis libros hay humor? El humor es esencial para sobrevivir, y no me refiero a los chistes: a veces el humor se refleja simplemente en una actitud de tolerancia que debe empezar por uno mismo”. A diferencia de varios de sus colegas de generación, no ha mezclado sus versos con la política. “Respeto mucho La Marsellesa, a la que pusieron una música muy bonita, pero yo hago otra cosa. Sí me he referido a ideas como la libertad, generalmente en piezas que luego no he recogido…”. Vitale ha publicado abundantemente, pero ha desechado mucho y tiene mucho guardado. Incluyendo novelas.