Once futbolistas mexicanos, no son 120 millones de personas y menos el Estado
Miguel “El Piojo” Herrera, mostró el rostro de la trampa, de la tranza de lo maniobrero
Los seleccionados ee olvidaron del honor, de la moral, de la decencia y se exhibieron
En el futbol mexicano generalmente “gana” el equipo más tramposo, el que más grita
De la Redacción
Una disculpa al equipo panameño de futbol por el atraco sufrido en su partido contra México y contra el árbitro norteamericano Mark Geiger. Con ello, el equipo mexicano de futbol, más no nuestro país ni el pueblo mexicano, perdió ganando y de paso mostró el rostro de la trampa y de las mañas, que le sobran, a Miguel “El Piojo” Herrera.
El Fair Play o Juego limpio no existe en el futbol mundial. Esos protocolos que se observan antes de cada partido y en el que demagógicamente son utilizados niños para intentar reforzar el cuento del Fair play, son meramente una payasada en México y en cualquier otro país del mundo.
Esto ocurrió el pasado miércoles en Atlanta, Georgia, cuando se enfrentaron las selecciones nacionales de Panamá y México. La trampa, siempre marcará a quien la práctica y, al igual, a quien se presta a este tipo de maniobras para salir avante en cualquier actividad que se practique.
El equipo que dirige “El Piojo” Herrera, llamada selección nacional, no es la sociedad mexicana. Tampoco es el sector de la población que integra la clase media o la clase obrera y, esa selección tampoco represente al campesino o al indígena del sector rural. Esa selección nacional de futbol se limita a representar a los que viven del futbol no para el futbol, el que por cierto es un pequeño grupo de empresarios.
Con lo ocurrido en Atlanta, Georgia, la “selección “nacional” de futbol perdió ganando. Suena raro, pero así es. Ganó, pero perdió más que todo en lo referente a los valores morales que se quieren enseñar con el famoso “Fair play”.
Perdió en materia de honorabilidad, porque todo ser humano con determinado tipo de virtudes debe y tiene que contar con uno de los tesoros más apreciados que es el honor. En otras palabras, se ganó un partido de futbol, pero se perdió mucha honorabilidad y honestidad, cosas que Miguel Herrera, a quien conocen como “El Piojo”, creemos que desconoce, pese a los millones de pesos que le paguen por entrenar, más no educar, a sus dirigidos.
Hoy, cuando se sigue fomentando en todos los niveles sociales y a cualquier edad ese slogan que reza: “el que no tranza, no avanza”, los mexicanos estamos obligados a rectificar el camino, esa brecha, que a medida que el tiempo transcurre, se convierta en una de esas “virtudes” que millones de compatriotas rechazan, porque aspiran a un país con valores, con virtudes reales y en donde la trampa y la tranza desaparezcan.
Miguel “El Piojo” Herrera y Héctor González Iñárritu, así como Justino Compeán y Decio de María Serrano, quieren que su equipo o, mejor dicho su negocio “nacional” obtenga triunfos “haiga sido como haiga sido”. Estamos ciertos que la victoria es lo único y que no se debe ganar a cualquier costo, incluso, al precio de exhibir a México como un país en donde la trampa y la tranza son lo común.
El negocio nacional de futbol, no es México. Porque México es cultura, es arte, es tradición, es honor y es moral.
Los argumentos con los que esgrimieron Andrés Guardado y “El Piojo” Herrera, suenan vengativos. Y lo primero que se les ocurrió fue el partido contra Holanda en el pasado Mundial de Brasil, en el que los de la Selección Naranja, ganaron y se les marcó un penal que hizo olvidar por varios días los grandes y graves problemas nacionales con eso de “fue penal”.
Los aficionados, los villamelones y los otros que siguen el futbol mexicano, están ciertos que Miguel y Andrés, practican en su vida diaria “La Ley del Talión”, el ojo por ojo y el diente por diente. La venganza vil, pues. Esto no es la vida ni debe ser parte de la vida y tampoco debe ser parte de cualquier deporte.
Ese deporte llamado futbol, al menos en México, se ha convertido en un gran teatro, donde en el terreno de juego gana el que grita más cuando lo tocan. El que actúa mejor cuando le cometen una falta. El que le protesta más al árbitro cuando no marca a favor y cuando marca en contra las mentadas de madre, son una tras otra.
Cuando cada ocho días se observan a estas vedettes vestidas de futbolistas, el aficionado en general llega a la conclusión que este tipo de “deportistas” entrena todas las semanas pero en los centros donde se imparten clases de arte dramático.
Pero volvamos al tema y por ello insistimos en ofrecer disculpas al equipo de futbol de Panamá, más no al pueblo de ese país, porque la afrenta no fue contra ellos. Fue contra 11 deportistas que impartieron una cátedra de lo que es jugar con el corazón y no se limitan a esperar ganar con la camiseta.
En el partido del miércoles 22 de julio, Panamá puso los hombres y la “selección” mexicana, puso los nombres. Desde esta perspectiva, desde que entró a la cancha, los nombres que integran el equipo de “El Piojo”, llevaban las de perder.
Es una vergüenza la forma en que gana los equipos de Miguel Herrera.
Todo parece indicar que a la oncena de México, desde hace mucho tiempo perdió la vergüenza deportiva. Desconoce donde dejó el honor y se ha olvidado que, como dijo el Presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, hay triunfos que saben amargos y derrotas que saben a gloria.
