De Pe a Pa: El gran misterio de la Independencia de México


Miguel Hidalgo y Costilla

Alberto Vieyra Gómez/AMN

¿Le gustaría conocer el misterio más grande la Independencia Nacional? Bueno pues póngase cómodo y pare oreja.

Eran las 12:00 del día, del 30 de 1810 cuando el ejército realista y las huestes del ejército insurgente al mando del cura Hidalgo chocaron en el Monte de las Cruces y a solo 32 km de la Ciudad de México. Sí, la consumación de la independencia estaba a dos o tres horas y a 32 km de su consumación, pero después de que los insurgentes derrotaron al ejército colonial, misteriosamente Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor, nombre completo del padre de la patria, decidió regresar en desbandada hacía El Bajío y la consumación independentista tendría que esperar hasta 1821, once años después.

Virgen de Los Remedios

¿Cuál fue la razón por la que el cura Hidalgo tomo tan absurda decisión? ¿Tuvo miedo de convertir a la capital de La Nueva España en una carnicería, a pesar de que el grueso del ejército realista se encontraba en San Luis Potosí y solo una guarnición de unos 8 mil soldados defendían a la ciudad de México? ¿Fueron sus encarnizadas pugnas que sostenía con Ignacio Allende y Aldama, quienes a partir de entonces lo mantenían en calidad de prisionero? ¿Fueron esas traiciones las que obligaron a Hidalgo a huir en desbandada hacía Aculco, Guanajuato y Guadalajara?

Recordaré que los españófilos, desde la llegada de Hernán Cortés a este continente veneraban a San Judas Tadeo y a la Virgen de los Remedios, mientras que el indigenismo mexicano tenía como deidad a la Virgen de Guadalupe y tanto arrastre tenía la guadalupana que en Atotonilco El Grande, Guanajuato el cura Hidalgo tomo un óleo de la Virgen del Tepeyac y lo improviso como estandarte de la Guerra de Independencia.

La Guadalupana hizo que, en menos de 3 semanas, el ejército insurgente creciera en más de 80 mil almas que, sedientas de libertad se lanzarán a romper las cadenas de la esclavitud española de 3 siglos, aunque fuese con armas de las más incipientes y hasta cavernarias.

Por aquellos días, a la capital mexicana llegaban rumores de que Estados Unidos invadiría a México con 40 mil soldados para arrebatarnos Texas con 40 mil soldados y que el cura Hidalgo avanzaba como un torbellino hacía la Ciudad de México.

El virrey de la Nueva España Francisco Javier Venegas se apanicó y ordenó que llevaran a la catedral metropolitana a la virgen de los Remedios. Ante ella, el virrey se hincó y poniendo su bastón de mando a los pies de esa virgen, le pidió con toda su alma que ninguna de las dos calamidades que se cernían sobre México ocurriesen.

Los gringos sopiloteaban desde entonces al territorio azteca para apoderarse no sólo de Texas, sino de otros vastos territorios que sumaban en total 2 millones 347 mil 242 km de nuestro territorio original, el 62% del llamado cuerno de la abundancia.

Virgen de Guadalupe en el estandarte

A RÍO REVUELTO…

La descuartizada de México ocurriría hasta 1848, pero desde 1835 Texas pasaría a formar la estrella número 29 en la bandera de las barras y las estrellas. Eran los años de la gran división y confrontación entre los mexicanos, liberales contra conservadores, todos contra todos.

No faltan historiadores e investigadores que se preguntan reiteradamente y también me pregunto yo: ¿En la batalla del Monte de Las Cruces le gano la guerra la Virgen de los Remedios a la Virgen de Guadalupe? ¿Qué ocurrió realmente? ¿Sabremos algún día la verdad del gran misterio de la Independencia de México?

HIDALGO Y JESUCRISTO

¿Alguien sabe si en el mundo existe algún óleo o retrato de Jesucristo y de Miguel Hidalgo y Costilla? Yo no conozco ningún antecedente histórico en ambos casos.

De Jesucristo sabemos, que era un hombre de complexión delgada, pero nadie proporciona señas si su color era de piel blanca o trigueño. También sabemos que poseía, de acuerdo con los textos bíblicos una humildad y sabiduría única en la tierra, pero jamás tuvo tiempo para posar para algún retratista al óleo de hace 2 mil 19 años.

Del padre de la patria, también sabemos que después de que la conspiración de Querétaro fue denunciada al Virreinato, el modesto párroco de San Miguel Allende, Guanajuato tampoco tuvo tiempo y quizá ni dinero para pagarle a algún retratista para que lo inmortalizara en alguna pintura al óleo, tampoco poseía ningún retrato, puesto que la fotografía arribo a México hasta 1847 y la guerra entre México y los Estados Unidos, sería la primera en ser fotografiada.

Por cierto, en una fotografía tomada en una de las empedradas calles de Puebla, se puede apreciar a un nutrido regimiento de caballería de soldados norteamericanos y por las ventanas de las viviendas, la gente expectante, igual que un hermoso perro, que en rigor sería el primer perro retratado en el mundo.

Virrey Francisco Javier Venegas

Pero retomo el asunto del cura Hidalgo para recordar que, tras su fusilamiento en Chihuahua en 1811, la iglesia católica prohibió terminantemente hablar y que los pintores realizaran alguna alegoría sobre el rebelde cura, iniciador de la Independencia de México. Se conocen cuando menos 7 retratos al óleo que muestran a un cura Hidalgo como si fuese un emperador con una espada, en color moreno, joven y delgado, con una sotana negra y portando en la mano derecha una cruz. En 1826, el periódico cultural El Iris publicó otro retrato al óleo en el que se muestra al cura de la patria portando un bastón de mando y una bandera nacional.

Pero el retrato más fidedigno correría a cargo del historiador y efímero presidente de México, don Lucas Alamán, quien conoció perfectamente al cura Hidalgo a quien le guardaba, por ciento, un odio descomunal porque la madre de Lucas Alamán le había suplicado en una carta perdonarle la vida a unos adinerados parientes durante la toma de la alhóndiga de granaditas, en Guanajuato. Sólo que la carta nunca llegó al cura.

Entre 1848 y 1855 Lucas Alamán describe al cura Hidalgo como un hombre de mediana estatura, cargado de espaldas, de color moreno y ojos verdes, bastante cano y calvo, muy poco aliñado en su traje, no usaba otro que el que acostumbraban los curas de los pueblos de ese entonces.

Quedémonos pues, con la imagen que nos ofrece su acérrimo odiador don Lucas Alamán quien también admiraba a Hidalgo por ser un hombre extraordinariamente inteligente y astuto. No en balde le llamaban el zorro era un enciclopedista de la ilustración francesa, pero a ciencia cierta jamás sabremos cómo era Hidalgo y cómo era Jesucristo.