Raúl Sánchez Carrillo
Las obsesiones de quienes tienen poder y gobierno se dan en todo el mundo.
Tal es el caso de Donald Trump presidente de los Estados Unidos que tiene varias pero que la obsesión principal es la construcción del muro de la frontera con México. Donald Trump declaró la emergencia en los EE.UU. con lo que podría obtener hasta ocho mil millones de dólares, mil trescientos millones más de los cinco mil setecientos que requiere para el muro que desde la campaña prometió a sus electores.
En la historia de Estados Unidos han sido 58 las veces en que los presidentes en turno han lanzado la emergencia de estado, la última por cierto fue en 1979.
La obsesión de Donald Trump no ha tenido ningún resultado ni el congreso ni ante ningún sector hasta ahora que en un intento obsesivo declara emergencia.
Por lo anterior, ya le adelantó la lideresa de los demócratas Nancy Pelosi, que no será tan fácil que Donald Trump acceda a 8 mil millones de dólares, puesto que, como presidenta de la cámara de representantes, está incluso dispuesta a ir a la Corte, para demostrar que no hay los suficientes elementos para una emergencia, ni hechos para declarar una emergencia en Estados Unidos, como ocurrió en la Primera y Segunda Guerras Mundiales y en otros intentos que han sido de auténtico riesgo para la población norteamericana.
No hay que olvidar que Trump se atrevió a asegurar que luego de la sentencia de Joaquín Guzmán Loera, Alias el Chapo Guzmán, Estados Unidos, podría disponer de parte de los 14mil millones de dólares que se asegura ganó el Cartel de Sinaloa introduciendo al mercado de mayor consumo de drogas, cocaína, marihuana, heroína y metanfetaminas, lo que no podrá hacer.
Pero no es sólo Trump un ejemplo de obsesión con poder, aquí en México, tenemos el ejemplo del presidente Andrés Manuel López Obrador, que está obsesionado en hacer el Tren Maya, que lo está también para desaparecer a los organismos autónomos, que lo está en materia de justicia al no aplicar la ley a los huachicoleros, y que ha retirado el presupuesto a las guarderías -cerca de 3 mil 600- a las que disminuyó en menos de la mitad el presupuesto y ya no para entregarlos más que directamente a los padres de familia para que estos determinen a quien le pagan por cuidar a los hijos.
Las obsesiones del poder se pueden ver en Venezuela, donde Nicolás maduro está obsesionado en sentirse víctima de una asonada del gobierno de Estados Unidos, por darle un golpe de estado y por incluso calificar la ayuda humanitaria como una invasión a territorio venezolano.
Las obsesiones del poder van saliendo a flote en la medida en que una decisión no fácilmente lograda tiene complicaciones para hacerla realidad y de ahí que, se vean actitudes de esa naturaleza.