El diluvio: Cambios y confianza a mitad del tablero


Rafael Cardona

A pocos días de su Tercer Informe de Gobierno, el presidente Enrique Peña sacude el tablero y hace cambios, modifica el orden de las piezas, cambia peón por peón, hace brincar la caballería  pero deja intactas los torres cuya función siempre es apoyar al  rey y cambia todo menos el juego. No parece haber cambios en la estrategia. Se sostiene en los escaques del centro, lo cuales (decía Capablanca) permiten dominar todo el campo.

Y con las piezas de repuesto (Calzada, Pachiano) y los cambios de posición se enfila a la segunda mitad del sexenio.

–¿Serán suficientes los nuevos hombres y las nueva responsabilidades para quienes llegan a oficinas aun desconocidas? Nadie lo sabe, pero muchos esperan poco de esta renovación en la cual quedan intocados los ministerios mayores donde se gestan los conflictos definitivos (seguridad y devaluación): nada en Hacienda, nada en Gobernación. La política interior y el dinero siguen en las mismas manos.

Claudia Ruiz Massieu con buenas cuentas en Turismo, se marcha a la diplomacia y cambia los destinos de playa y sol por las praderas del servicio exterior. José Antonio Meade, por su parte, se sube al gabinete de donde  podría salir el futuro elegido. Le han  puesto capelo de cardenal, “como  a Colosio, hermano, le dirán quienes lo quieran camelar con el futuro. Muy cerca de la música y el canto de las sirenas están las oficinas de Sedesol, fábrica de candidatos presidenciales así se llamen Vásquez Mota o Cordero.

Aurelio Nuño se pondrá a escribir sus impresiones en el simbólico  escritorio de José Vasconcelos, pero no hace al monje el hábito ni la mesa de trabajo crea la obra perdurable.  Llega a la posición donde Ernesto Chuayffet cumplió una vez las implacables características de su destino; Schubert de la política mexicana, el mexiquense deja sus sinfonías inconclusas; no termina los encargos mayores o los toma ya comenzados, como le sucedió con  el gobierno de su estado, la secretaría de Gobernación o la coordinación de su partido en San Lázaro cuando con artes de cerrajero tomó las oficinas donde despachaba la maestra Elba Esther Gordillo.

Pierde el gobierno federal a un secretario de Educación y al mejor jilguero de la oratoria peñista. Cantor de odas y loas se va con la música a otra parte después del obligado reposo hospitalario.

Jesús Murillo Karam se marcha también a reposar su cansancio casualmente un día después de la enésima marcha en la capital del país por los desaparecidos (muertos) de Iguala,  cuyo triste destino él indagó con la ciencia forense disponible y las investigaciones posibles, sólo para sentir el rechazo a la “verdad histórica” y trabajar a medio gas en la secretaria de Desarrollo Urbano y etc, a donde llega con ciertas abolladuras en el carromato doña Rosario Robles quien cambia los comedores de precaristas por las área y las hectáreas de la urbanización nacional.

José Calzada cuya buena fama de gobernador no fue secundada por sus dotes de operador político a favor del periodo PRI en Querétaro se enfila al maizal y sustituye a uno de os más grises secretarios habidos en el páramo de la agricultura y la flacura de la ganadería mexicana de los últimos años. Martínez y Martínez; nada de nada, diría alguien con ánimo de no ofender.

Cuando se supo vulnerable se auto promovió como presidente del CEN del PRI. No le sirvió de nada.

Enrique de la Madrid quien cuando vuela lo hace en Clase Turista, se hace cargo de una de las pocas actividades cuyos ingresos crecen y se miden en dólares: el turismo. Claudia Ruiz Massieu deja buenos saldos y De la Madrid es hombre serio, sensato y empeñosos. Discreto, con linaje, sin ostentaciones. Ya ha pasado por dos instituciones financieras. Una rural; la otra de fomento. En ambas buenos resultados.

De Pacchiano se conoce poco, lo cual le beneficia: cuanto haga será novedad y asunto para tomarse en cuenta, excepto si nada hace, si solo mira pasar el viento.

Y en la secretaría presidencial un viejo y leal conocido: Francisco Guzmán quien desde la Coordinación de Asesores del entonces gobernador e inamovible consejero de Enrique Peña (ya presidente) combina su juventud con su veteranía: es el menor en el gabinete ampliado (y aun en el legal) y al mismo tiempo quien más años lleva a un lado del Ejecutivo.

 

CONFIANZA

Sin darnos cuenta, así como que deslizando el tiempo, llegamos a la mitad del gobierno.

¿Qué tiene en la mitad de su período el Presidente Peña que no tenía al principio y qué necesita para llegar al final en buenas condiciones?

Yo no me atrevería a decir sobre su capital político, sería de mi parte una osadía calificar el trabajo del Presidente en su conjunto.

Por eso prefiero usar las palabras suyas, sus  propias palabras pronunciadas  hace unos días en la reunión del Consejo de Seguridad Pública que en su XXXVIII edición, cuando aprovechó para hablar de un tema que a mí me parece que lo tiene preocupado, muy frecuentemente se refiere a él y no en condiciones muy favorables.

Hace tiempo, en una gira por la Gran Bretaña el Presidente habló de la desconfianza que hay, del clima de desconfianza en México hacia el gobierno.

Y ahora lo ha repetido, y entonces yo propondría el uso de dos preposiciones: ¿Tenemos confianza los mexicanos en el gobierno? ¿Tenemos confianza en el país o hay una desconfianza de los ciudadanos al país o al gobierno?

Como sea, el Presidente dice que la labor más importante -y se lo dijo a los gobernadores de los estados- es restaurar ese valor y entonces dice algo que preocupa porque repite estas ideas y yo ahora las leo textualmente:

 

«Es el momento de iniciar un profundo esfuerzo, un esfuerzo común para recobrar este valor que hemos perdido, es momento de recuperar la confianza en México y en nosotros mismos. Es momento de estar más unidos que nunca, ya que enfrentamos como país un entorno económico internacional difícil y complejo». 

Y les dice a los gobernadores que, «esta es la labor más importante a la que se tienen que enfrentar».

Yo no sé si el entorno económico genere desconfianza en México.

Creo que el Presidente también lo dice, «se tendría que recuperar la confianza en los funcionarios -dice- en el país y en nosotros mismos».

Y aquí yo pregunto -sin ánimo de hacer el psicoanálisis colectivo de la nación mexicana- si los mexicanos hemos perdido la confianza en nosotros mismos o nosotros mismos hemos perdido la confianza en el gobierno y en sus funcionarios, y por consecuencia en el país.

¿De veras no le tenemos confianza al país o nada más no le tenemos confianza al gobierno, o no nada más desconfiamos de los funcionarios o de alguno de los funcionarios de gobierno?

La confianza es la base de cualquier arreglo social en el mundo. Solamente puede haber eficacia cuando hay confianza. Cuando hay desconfianza se pierde la popularidad y entonces las encuestas empiezan a mostrar gráficas descendentes.

Yo no les creo mucho a las gráficas descendentes ni mucho menos a las ascendentes, pero los que opinan de las encuestas dicen que el Presidente está mal calificado y yo no sé si esa calificación se debe a que los ciudadanos no confían en él o no confían en su gobierno.

Si así fuera, LA CONFIANZA ES UN POCO COMO LA VIRGINIDAD, CUANDO SE PIERDE PUES YA NO SE RECUPERA, SE PUEDE RECUPERAR UNA CONDUCTA VIRTUOSA PERO LA CONFIANZA TARDA MUCHO Y NO SON SIEMPRE AQUELLOS QUE VIERON COMO SE PERDÍA LOS QUE ESTÁN DISPUESTOS A CONCEDERLA DE NUEVA CUENTA. 

YO NO SÉ QUÉ TANTO ESTAMOS EN UN ESCENARIO EN QUE LO PERDIDO  NO VUELVE, PERO CREO QUE LA CONFIANZA Y SU GEMELO DE LA CREDIBILIDAD NECESITAN, COMO TAMBIÉN HA DICHO EL PRESIDENTE, ALGO MÁS QUE DISCURSOS PARA SU RECUPERACIÓN.

¿Qué debería  hacer el gobierno mexicano para que la gente que le ha perdido la confianza -no sé en qué proporción pero debe ser importante porque si no el propio jefe del Estado no se referiría a ese asunto-,  se la otorgue de nuevo?

Yo calculo o supongo que debería ofrecer otros resultados, ¿en qué áreas?

Pues en las áreas más significativas, y ya que él habló durante una reunión del Consejo de Seguridad Pública, pues quizá comenzar por el área de seguridad. México no ha recuperado la seguridad, México tampoco ha recuperado la estabilidad y estamos metidos en un serio problema de finanzas internacionales, que nos debería importar poco si no fuera por la repercusión que tiene sobre nuestra vida cotidiana.