Cien años sin Emiliano Zapata… el otro rostro de El Caudillo del Sur


Emiliano Zapata
  • José Salazar, su abuelo paterno, luchó al lado del general José María Morelos y Pavón durante el sitio de Cuautla
  • Cristino y José Zapata, tíos paternos, lucharon en la Guerra de Reforma y en la intervención francesa al mando de Porfirio Díaz
  • Emiliano Zapata, fue caballerango de Pablo Escandón, Jefe del Estado Mayor del dictador Porfirio Díaz
  • En septiembre de 1909, fue elegido Calpuleque o jefe de la Junta de Defensa de las tierras de Anenecuilco
  • Francisco León de la Barra, presidente interno de México, lo persigue por aferrarse a “La Tierras es de quien la Trabaja”
  • Francisco I. Madero, funge como padrino en la boda de Emiliano Zapata con Josefa Espejo; después llegaron los desencuentros

Redacción.

Cien años de estar sin Emiliano Zapata, que nació en Anenecuilco, Morelos, el 8 de agosto de 1879,  en el seno de una familia campesina, siendo hijo de Gabriel Zapata y Cleofas Salazar.

Fue asesinado el 10 de abril de 1919 en la Hacienda de Chinameca…

Tuvo seis hermanas: Celsa, Ramona, María de Jesús, María de la Luz, Jovita y Matilde. Y tres hermanos: Pedro, Eufemio (quien también alcanzó el grado de General en la Revolución) y Loreto.

Su abuelo materno, José Salazar, militó en el ejército de José María Morelos y Pavón, durante el sitio de Cuautla.

Sus tíos paternos Cristino y José Zapata, lucharon en la Guerra de Reforma y durante la Intervención Francesa, bajo las órdenes de los generales Carlos Pacheco y Porfirio Díaz.

Su infancia se desarrolló en el contexto del latifundismo porfirista en el estado de Morelos.

Realizó sus primeros estudios con el profesor Emilio Vara, quien había sido un viejo soldado juarista.

A sus nueve años, al presenciar el despojo de tierras a campesinos ocasionadas por hacendados de la zona y, después de escuchar a su padre que le respondía que nada podía hacerse, le dijo:

“¿No se puede? Pues cuando yo sea grande, haré que las devuelvan”.

Tenía 16 años cuando murió su madre, 11 meses después perdió a su padre. Pronto trabajó como labrador y arriero.

Josefa Espejo con su esposo Emiliano Zapata

El 15 de junio de 1897, fue aprehendido por las fuerzas rurales de Cuernavaca, durante la fiesta del pueblo de Anenecuilco. Su hermano Eufemio logró que lo dejaran en libertad, pistola en mano. Por esta razón, los hermanos Zapata abandonaron el estado. Emiliano permaneció un año trabajando en la hacienda de Jaltepec en Puebla.

En 1906, asistió a una junta de campesinos en Cuautla para discutir la forma de defender sus tierras y las del pueblo frente a los hacendados colindantes.

Su rebeldía lo condenó a la leva (conscripción) y, en 1908, Zapata fue incorporado al 9° Regimiento de Caballería, bajo el mando del coronel Alfonso Pradillo.

En Cuernavaca, Zapata fue asignado como caballerango de Pablo Escandón, Jefe del Estado Mayor de Porfirio Díaz; posteriormente fue trasladado a cumplir las mismas funciones bajo el mando Ignacio de la Torre, yerno del General Porfirio Díaz, quien le tomaría especial afecto por su destreza y conocimiento con los caballos.

El 12 de septiembre de 1909, Emiliano Zapata fue elegido calpuleque (palabra náhuatl, que significa jefe, líder o presidente) de la Junta de Defensa de las tierras de Anenecuilco-Villa de Ayala-Moyotepec, donde empezaría a analizar documentos que se originaron en el virreinato que acreditaban los derechos de propiedad de los pueblos sobre sus tierras, los cuales habían sido negados por las Leyes de Reforma, sobre todo la Ley Lerdo, que obligó a las corporaciones civiles a vender o ser expropiadas las tierras improductivas, lo cual fue motivo en su tiempo del apoyo de varios líderes indígenas como Tomás Mejía a los gobiernos conservadores mexicanos y al Segundo Imperio Mexicano. Estas leyes, además, fueron aprovechadas por varias personas para acrecentar sus tierras de manera ilegal al solicitar la propiedad de zonas comunales que los pueblos no trabajaban. Por esto, se convertiría en dirigente agrario de Morelos, su estado natal.

En febrero de 1910 fue incorporado por la fuerza al Noveno Regimiento de caballería, con sede en Cuernavaca, con el grado de soldado raso.

En mayo de 1910, recuperó por la fuerza las tierras de la Hacienda del Hospital, que eran protegidas por el jefe de policía, José A. Vivanco, y que dejó en posesión de los campesinos del lugar.

Por este hecho tuvo que escapar varias veces del gobierno, pues fue declarado bandolero.

El caudillo del Sur, durante la Convención de Aguascalientes

SURGE EL  PLAN DE AYALA

Algunos meses más tarde, participó en la reunión que se celebró en Villa de Ayala, con objeto de discutir lo que después se convertiría en el Plan de Ayala. En esa ocasión, Reunió a los vecinos de tres pueblos:

Anenecuilco, Villa de Ayala y Moyotepec… Con ello se inicia un nuevo reparto de tierras derribando las cercas.

Al proclamarse el Plan de San Luis, que marcaba el inicio de la Revolución de 1910, Zapata leyó un ejemplar; llamándole la atención especialmente el artículo tercero, que ofrecía la restitución de las tierras a sus legítimos propietarios.

ZAPATA EL PRINCIPIANTE DIALOGA CON TORRES BURGOS

Emiliano Zapata sostiene pláticas con Pablo Torres Burgos, un influyente maestro rural y con Gabriel Tepepa, Catarino Perdomo y Margarito Martínez.

En esta ocasión, se llega al acuerdo de que Torres Burgos, quien era el más letrado del grupo, se entrevistara con el Jefe de la Revolución Francisco I. Madero, en San Antonio, Texas.

El resultado de esta entrevista, fue la decisión de tomar las armas por Pablo Torres Burgos, Emiliano Zapata, Rafael Merino y cerca de 60 campesinos, entre los que se encontraban: Catarino Perdomo, Próculo Capistrán, Manuel Rojas, Juan Sánchez, Cristóbal Gutiérrez, Julio Díaz, Zacarías, Refugio Torres, Jesús Becerra, Bibiano Cortés, Serafín Plascencia, Maurilio Mejía y Celestino Benítez.

Esto lo hicieron el 10 de marzo de 1911, cuando proclamaron el Plan De San Luis reunidos durante la feria de cuaresma en la ciudad de Cuautla.  Se dirigió hacia el sur, porque ya era perseguido por Aureliano Blanquet  y su tropa.

Fue en este período del movimiento zapatista en la que destacan las batallas de Chinameca, Jojutla, Jonacatepec, Tlayecac, Tlaquiltenango, así como la muerte del zapatista y antiguo líder del movimiento suriano, Pablo Torres Burgos, que incluso precedió al mismo Emiliano.

Vestigios de la casa en que nació Emiliano Zapata en Anenecuilco, Morelos

De esta manera, Emiliano Zapata es elegido por la Junta Revolucionaria del Sur, el 29 de marzo de 1911, nuevo jefe revolucionario maderista del sur.

Las reivindicaciones zapatistas contenidas en el Plan de Ayala, que suponían una reforma agraria radical (La tierra es de quien la trabaja), fueron inaceptables para los sucesores de Porfirio Díaz.

Lo mismo se puede decir de Francisco León de la Barra, quien haciendo uso de su facultad de Presidente, encabezó diversos enfrentamientos políticos y armados con el jefe suriano, e incluso del mismo Francisco I. Madero.

ESTABLECE SU CUARTEL EN ESTADO DE MORELOS

Emiliano Zapata estableció su cuartel general en Cuautlixco, pueblo cercano a Cuautla. Desde ahí dirigió el ataque al ejército porfirista, defendido por el 5° Regimiento, al mando del coronel Eutiquio Munguía; además de un Cuerpo Rural, a las órdenes del comandante Gil Villegas.

El 29 de marzo, Zapata asumió el mando de las fuerzas revolucionarias que en ese momento constaban de cerca de mil hombres. El 2 de abril toma Huehuetlán, Puebla y logra tomar la ciudad el 13 de mayo de 1911.

Al triunfo del maderismo, Zapata no concibe el licenciamiento de sus tropas, sin que a cada uno se le otorgue la seguridad de tierras para sembrar, a cambio de sus fusiles.

Para él, la guerra no terminaba con el derrocamiento del porfirismo, sino con la cristalización del objetivo del pueblo campesino: la devolución de las tierras robadas por los hacendados millonarios.

Esto dio lugar a que Francisco León de la Barra, presidente interino, lo considerara rebelde, por lo que mandó fuerzas militares a someterlo, fueron mil hombres bajo el mando de los generales Victoriano Huerta y Aureliano Blanquet.

Francisco I. Madero

LA PLÁTICA ZAPATA-MADERO

Para agosto de 1911, Francisco I. Madero, acordó entrevistarse con Emiliano Zapata en Yautepec, para buscar una solución pacífica en el conflicto suriano y, con el fin, de convencerlo de que licenciara sus tropas. Mientras tanto, Zapata era fuertemente criticado por la prensa conservadora del país.

En la reunión no se logró ningún acuerdo, pues Madero no concebía la reforma agraria como lo hacía Zapata. Madero creía que primero había que hacer una reforma política profunda, mientras que para Zapata era prioritaria la devolución de las tierras robadas por las haciendas.

A decir de Zapata, Madero había traicionado la revolución.

El gobierno federal reiteró su decisión de imponer el orden por la violencia, y Zapata se desplegó con sus tropas a los límites entre Guerrero y Puebla, escondiéndose del gobierno y generando emboscadas a pequeños contingentes federales.

En este periodo, Zapata se casó con Josefa Espejo y el padrino de la boda fue el propio Francisco I. Madero.

Con Madero, como presidente de la República, las diferencias no disminuyeron.

Zapata se entrevista con Madero en el Palacio Nacional, donde sostienen una fuerte discusión. Madero ofrece a Zapata una hacienda en el estado de Morelos «como pago a sus servicios a la Revolución», cosa que enfurece a Zapata que le contesta:

“No, señor Madero. Yo no me levanté en armas para conquistar tierras y haciendas. Yo me levanté en armas para que al pueblo de Morelos le sea devuelto lo que le fue robado. Entonces pues, señor Madero, o nos cumple usted, a mí y al estado de Morelos lo que nos prometió, o a usted y a mí nos lleva la chichicuilota”.

Francisco León de la Barra

Dicho esto y con gesto amenazador, golpeó con fuerza su carabina .30-30 sobre el escritorio del Presidente Madero.

Tiempo después, en otras pláticas que mantuvo con Madero, Emiliano Zapata, le demostró con base en un ejemplo muy simple, como se sentían los campesinos en relación al despojo de sus tierras:

“Mire, señor Madero, si yo aprovechándome de que estoy armado, le quito su reloj y me lo guardo y andando el tiempo nos llegamos a encontrar y con igual fuerza ¿tendría usted derecho a exigirme la devolución de su reloj?”

—¡Como no, general, y hasta tendría derecho de pedirle una indemnización por el tiempo que usted los uso indebidamente!-, respondió Madero.

Ante ello, Zapata le dijo que eso era exactamente lo que había pasado en Morelos, donde unos cuantos hacendados habían despojado a los campesinos de sus tierras

El 25 de noviembre de 1911, el Caudillo del Sur lanzó el Plan de Ayala, redactado por Otilio E. Montaño, documento que se convertiría en su estandarte y en el fiel ejemplo de la ideología de los campesinos morelenses.

En el se exigía la redención de los indígenas y la repartición de los latifundios creados durante el porfiriato. Se desconocía a Francisco I. Madero como presidente y se reconocía a Pascual Orozco, como jefe legítimo de la Revolución Mexicana.

Este documento sería transformado, después del levantamiento de Victoriano Huerta por las diferentes ideologías (muchos de ellos influenciados por Ricardo Flores Magon) y, posteriormente, defendido por Zapata en la Convención de Aguascalientes.

Los intelectuales que se dedicaron a modificar el Plan de Ayala, en el que desconocían a Madero y Huerta, como presidentes; y a Orozco, como líder de la revolución, se encargaron de dejar claro el carácter social del movimiento y, además, rectificaron el concepto de “clase” dentro de la sociedad mexicana.

Aureliano Blanquet

Arturo Felipe Ávila Espinosa (Historiador del Instituto de Historia de la UNAM), dice:

“Ponían en la mesa asuntos políticos fundamentales que no habían sido abordados o que habían sido soslayados por las otras corrientes, como la legitimidad de la Revolución, la representación de la soberanía popular en una época revolucionaria, la responsabilidad de las corrientes revolucionarias, la necesidad de su unificación para la formación de un nuevo gobierno y la convocatoria a que se efectuara una Convención de todos sus jefes para constituir el gobierno nacional. Estos señalamientos enriquecían el debate político entre las corrientes e indicaban una posible ruta de convergencia entre ellas.

EL ESPÍRITU REAL DE LA REVOLUCIÓN

Pero, además, otra característica que distinguió al zapatismo fue el énfasis con el que defendió el contenido social de la Revolución, su tozudez al atribuir a ésta un sentido de transformación y de reforma a las instituciones en beneficio de los sectores populares mayoritarios y excluidos”.

Además, el documento postulaba que, en vista de que no se había cumplido con lo que se le había prometido al campesinado, la lucha armada era el único medio para obtener justicia.

Porfirio Díaz Mori

Sin embargo el Plan de Ayala no es sólo un documento escrito para dar a conocer las ideas del movimiento zapatista, sino que es el primer indicio en un documento oficial del pensamiento socialista en México, pues este se había presentado antes con textos publicados, más no oficiales, de Ricardo Flores Magón. Dentro del Plan de Ayala hay puntos que representan de manera más cercana tales pensamientos son los puntos 6°, 7° y 8°:

“que los terrenos, montes y aguas que hayan usurpado los hacendados, científicos o caciques a la sombra de la tiranía y de la justicia venal entrarán en posesión de estos bienes inmuebles desde luego, los pueblos o ciudadanos que tengan sus títulos correspondientes de esas propiedades, de las cuales han sido despojados”.

Para entender este punto se debe recordar que en paralelo a la Revolución Mexicana, sucedía la Revolución Rusa, que tenía ideales del socialismo aplicados a la clase campesina que era también mayoritaria en la Rusia de la época.