A la mitad del foro: Los hombres que reunió la danza


El gobernador Alejandro Murat Hinojosa y el presidente de México Andrés Manuel López Obrador, signaron el Pacto Oaxaca

León García Soler.

Tres días de gira por Oaxaca y el Presidente que calmaba las protestas y silbatinas contra los gobernadores, cambió de tono: “Me está ayudando mucho Alejandro Murat, así como lo oyen”. Y después de suscrito el Pacto Oaxaca, la tierra de Juárez encontró respuesta a la dispersión ideológica y los combates imaginarios entre los defensores a ultranza de la Cuarta Transformación y los náufragos del hundimiento de julio de 2O18. Uno más, como en el palenque: Éste ganó y éste perdió; nadie reclama: ¡abran las puertas! La nuestra es República Federal y un solo individuo es titular del Poder Ejecutivo. Pero cada estado es soberano y cuando surgen ambos de elecciones en un sistema plural de partidos, vale para ambos la voz campirana que advierte: ¡O cabestreas o te ahorcas!

Alejandro Murat pudo dar la bienvenida y citar al  gigante de Guelatao que alguna vez dijo: “Como hijo del pueblo mi único fin y objetivo es ver por su prosperidad”. Para acabar con la brecha entre el norte y el sur y decidir si queremos seguir teniendo un México de primera y uno de segunda clase. Y sin simulaciones palaciegas, el gobernador oaxaqueño dio la bienvenida al tabasqueño y la visión del cambio y cómo se traduce en políticas públicas. En Panamá y Singapur, por ejemplo. Pero con la claridad de reconocer el valor del camino del México “ que hace algunos años decidió y entendió que para desarrollar la industria había que llevar gas y llevó gas a Nuevo León, se empezó a cimentar el desarrollo del norte del país…”

Y la historia de lo que pudo haber sido y ahora retomamos en los 220 kilómetros que van de Coatzacoalcos a Salina Cruz, para unir ambos puertos y mover más de un millón de contenedores por la vía férrea; y, “entre líneas” poder rehabilitar las refinerías de Minatitlán y de Salina Cruz”. Ahí estuvieron también los gobernadores de Chiapas, Veracruz, Guerrero, Puebla, Tabasco, Quintana Roo y Yucatán, para sumarse al programa que incluye el Tren Maya y sobre todo la voluntad política que acabar con la falsa historia de los dos Méxicos. Una República Federal cuyo Congreso es de la Unión y ahí habrá de resolverse si la separación de poderes es capaz de no recaer en la confusión de unidad con unanimidad.

Alejandro Moreno Cárdenas

Porque en Oaxaca hubo asomo de oposición con dignidad y la imagen sonriente de AMLO y Alejandro Murat hizo pensar en parafrasear las palabras de Andrés Henestrosa: “Los hombres que reunió la danza.” Es posible convivir y acordar en lo esencial. El otro Alejandro del Sur, Moreno Cárdenas el de Campeche, es ya dirigente del PRI en todo México. Y ni los sicofantes en los salones dorados de Palacio siembran traiciones fantasiosas, algún compló tropical para sumarse a la Corte de los Miagros mañaneros.

El PRI será oposición política atenta a la crítica de programas o desviaciones de la vía institucional trazada por el nacionalismo revolucionario, ha declarado Alejandro Moreno, al desatarse la tormenta de la pasión por el poder entre los fieles del cambio definitivo y una Cuarta Transformación como meta final a cargo de un solo hombre y un movimiento de piezas dispersas que chocan entre sí y aceleran el paso hacia una pequeña torre de confusión, ruido y furia. Material para destruir lo que apenas inicia: Solo Alá es Alá y Mahoma su profeta, dicho con el fervor deslumbrante de las voces que en todo lugar repiten: “¡Es un honor/ estar con Obrador!” Y ya exigen su sitio en el paraíso.

Los hay que no saben de otro rumbo y otros hábitos en el quehacer político-partidista. Por la pasión de mandar, o por la limitada visión del debate y combate ideológico, Martí Batres ascendió a la presidencia de la mesa directiva de la Cámara de Diputados. Y se imaginó auténtico líder de las bases y no designado desde las alturas que en estos tiempos albergan al predicador que repite el sermón de la humildad y la obligación de demostrar a toda hora que él no es lo que eran antes los mandones del cesarismo sexenal. No somos iguales: yo no doy línea, ni siquiera impongo la de no hay línea. Y Martí Batres perdió lo ya perdido ante la alternativa de exhibir la falsedad de respeto a lo acordado en las fases iniciáticas del sistema plural de partidos.

Las protestas del derrotado, las acusaciones de fraude y la denuncia formalmente presentada tras ofrecer a Ricardo Monreal, dirigente designado de la bancada de Morena, de la mayoría parlamentaria, lograron únicamente exhibir la inmadurez del tocayo nada menos que de Martí, y consolidar a Monreal en el pastoreo de los propios y los incorporados al rebaño al grito de, ¡arriba el que vence!. Pero lo notable del incidente está en la premura con la que se manifestó la división en las filas de los fieles deslumbrados por el predicador de la humildad cristiana como instrumento del poder omnímodo.

Ya viene la elección del liderazgo del partido Morena, del milagro de la transubstanciación del agua en movimiento del vino de un partido en el poder, del poder y para el poder de una mayoría embriagante. Yedkol Polevinski suplió al victorioso candidato que sumó una mayoría apabullante de votos. Y quiere repetir, ya como electa, así fuera por tómbola. Muy por encima del resto de los partidos, uno que desde el poder creyó absoluto el desprestigio y optó por designar a uno sin militancia, ni semejanza alguna el nacionalismo revolucionario: confesión del PRI equivalente a suicidio electoral. Y el PAN que en doce años destrozó toda semblanza de partido conservador y exhibió una incapacidad y voracidad tales como para ser víctimas del hartazgo a los mexicanos todos, con los que servían a los dueños del dinero mientras hacían como que hacían política.

Corredor Coatzacoalcos- Salina Cruz

No tiene caso traer a cuento la verborrea de Vicente Fox. Ni el desastre del país durante el sexenio de Felipe Calderón, el desgobierno y la pequeñez de colaboradores deslumbrados por la visión de la cercanía con el poder que da influencia y ocasión de enriquecerse asociados con compañeros de banca o como testaferros de los ricachones herederos de la aristocracia pulquera. Dirían los del Yunque o la Cristiada que se trata de la afición etílica de Felipe Calderón que algún “calumnista” publicitó como alcoholismo. Pero Vicente Fox es activo practicante del “texteo” en constante reto al de las mañaneras diarias. Y Calderón responde a las constantes menciones de quien lo acusa todavía de haberle robado la elección presidencial de 2006.

Larga digresión. Pero el exceso de una conferencia de prensa, dictado de la agenda nacional y desmentido de toda crítica o visión distinta a la realidad según AMLO, producen constantes desencuentros con colaboradores; y el lenguaje popular como juego de birlibirloque. “No olvidemos que cuando (Felipe Calderón) declara la guerra a la delincuencia organizada, va a Michoacán, a Apatzingán, vestido de militar.  Se puso un chaleco, que hasta le quedaba grande – parecía el comandante Borolas— y ahí le declara la guerra”. Y el del chaleco de largas mangas, respondió por la red que “a otros el cargo les queda grande”. Ha vuelto la carpa a ser escenario de debate político, sin riesgo de que la autoridad suspenda el espectáculo.

Habrá Guelaguetza en el Zócalo la noche del Grito. Y ya hay inquietud sobre los personajes, santos o deidades que el Presidente López Obrador incorpore a la lista de próceres de la Insurgencia de México. Hasta ahora los vivas a Agustín de Iturbide han sido a los pies de la Columna de la Independencia: en voces panistas, desde luego. Pero López Obrador insiste en que él no es igual a los de antes y ahora todo es distinto. Siempre hay otros datos en la era nueva de la Cuarta Transformación.