1965 y un gran proyecto nacional, Agenda ciudadana


Lorenzo Meyer/Reforma

La labor del científico social es, por naturaleza, efímera: investiga y publica pero la realidad cambia y su aportación tiene fecha de caducidad, un ciclo vital relativamente corto. Sin embargo, hay casos de obras con longevidad y La democracia en México de don Pablo González Casanova, que justo este año cumple medio siglo de haberse publicado, es uno de ellos. En su núcleo duro la obra es un gran proyecto nacional -identifica las transformaciones necesarias en la estructura de poder que podrían permitir no sólo el crecimiento económico de México, sino su desarrollo social- y mantiene su vigencia tanto por su calidad teórica como moral.

México ya no es la nación que daba albergue a 35 millones de habitantes como en 1965 sino a más del triple y de tener un sistema de partido de Estado pasó a uno híbrido, pero el examen que don Pablo llevó a cabo hace medio siglo sobre nuestro sistema político fue el mejor diagnóstico político de aquel momento y casi todos los temas entonces abordados mantienen su centralidad.

Pablo González Casanova

DON PABLO Y LA GUERRA FRÍA

Antes de 1965, los mexicanos interesados en tener una visión de conjunto de nuestro sistema político del momento sólo podían consultar obras elaboradas por la mirada externa: Robert C. Scott, Mexican government in transition (1959); Howard Cline, Mexico: revolution to evolution (1963) o Frank Brandenburg, The making of modern Mexico (1964). Todas ofrecían una visión relativamente optimista pues si bien descubrían en México obvias deficiencias institucionales -producto del subdesarrollo- finalmente declaraban al país bien encaminado en la construcción de una democracia bona fide, pues ya tenía un grado aceptable de participación política y canales para que los grupos sociales fueran tomados en cuenta.

Don Pablo puso en duda ese optimismo a la vez que fue el primer académico mexicano postrevolucionario que proporcionó una visión global de nuestro sistema político a la altura de la mejor ciencia social de la época. Fue una visión no determinada por los intereses teóricos y prácticos de alguno de los polos de la Guerra Fría, sino por un nacionalismo constructivo y progresista.

El México político en que se elaboró La democracia en México fue el del presidente Adolfo López Mateos (ALM) y el de Gustavo Díaz Ordaz en el que se publicó. Fue la «etapa clásica» del sistema político mexicano, donde un sistema formalmente democrático pero efectivamente autoritario se acopló a los requerimientos de la Guerra Fría e incluso la usó para lograr la aceptación de su falsa democracia. En ese México se dejaban sentir fuerte las influencias de la Revolución Cubana y también las del anticomunismo duro de los medios de comunicación, la iglesia, las organizaciones empresariales y los aparatos de seguridad. En tal ambiente el objetivo del gobierno era la búsqueda de un tipo de equilibrio: por un lado defendía el mantenimiento de relaciones diplomáticas con Cuba, ALM se proclamaba de «izquierda dentro de la Constitución» e imponía el reparto de utilidades, pero por el otro se asesinaba a Rubén Jaramillo, se encarcelaba a líderes sindicales, se reprimía al movimiento médico y se mantenía una relación sistemática con la estación de la CIA en México (Philip Agee, Inside the company: CIA diary [1975] y Jefferson Morley, Our man in Mexico [2008]).

Adolfo López Mateos

En este entorno, y tras examinar los elementos centrales de las estructuras del poder y de las sociales y de la relación de ambas con la economía, González Casanova abordó la esencia teórica de la bipolaridad mundial y examinó la realidad política mexicana a la luz tanto del análisis marxista como del liberal y sociológico. En una época en que entre los analistas imperaban las ortodoxias, González Casanova intentó algo excepcional: un diálogo constructivo entre ambos enfoques para poder usar todos los instrumentos teóricos disponibles en su explicación de México y para finalmente hacer muy sólida su conclusión: la urgencia de democratizar al país.

A la izquierda radical que en ese 1965 entraría en acción en Ciudad Madera, Chihuahua, don Pablo -un convencido de los logros del cardenismo- le expuso las razones para no optar aún por la «radicalización verbalista» -preludio del choque violento- y sí empeñarse en explorar y explotar todo lo que aún podía dar de sí la acción pacífica en un país donde el proletariado aún no contaba con una organización independiente y fuerte. A la derecha le pidió visión de largo plazo y le propuso que en condiciones de un mercado interno protegido pero muy pobre, lo adecuado -lo inteligente- no es el autoritarismo sino hacer realidad lo que Seymour Martin Lipset llamó «la ciudadanía económica y política plena a través del sufragio universal y del derecho de negociar colectivamente».

Gustavo Díaz Ordaz

PROYECTO NACIONAL

Hace medio siglo González Casanova elaboró y propuso a todas las clases y actores políticos un gran proyecto nacional cuyo centro era la democratización política como requisito para la social. La democratización era el medio para negociar sin violencia las diferencias de intereses de clase, para reducir desigualdades, para aumentar el poder de compra de las mayorías, fortalecer el mercado y, finalmente, dar forma a una realidad material más digna para todos.

De 1965 a la fecha, el autor de La democracia en México se ha radicalizado para converger con las posiciones del EZLN, pero su propuesta de hace medio siglo mantiene su carácter de gran proyecto nacional.

 

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